lunes, 20 de junio de 2011

Entrad por la puerta estrecha

Para pasar por la Puerta estrecha
y seguir por el Camino angosto,
se necesita un corazón pequeño,
humilde,
que rece, ayune, y obre la misericordia,
no para ser alabado,
sino para ser visto
por el Padre de los cielos.


“Entrad por la puerta estrecha. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos van por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos” (cfr. Mt 7, 6.12-14).

Jesús nos dice que para ir al cielo, hay que encontrar una puerta estrecha, hay que entrar por ella, y luego seguir el camino, muy angosto, que se encuentra atravesando la puerta. Puerta estrecha y camino angosto.

Es una puerta estrecha, hay muy poco espacio, y es muy difícil atravesar por ella. Al ser la puerta tan estrecha, y al ser el camino tan angosto, no se pueden llevar grandes objetos materiales, ni cosas superfluas; sólo se puede llevar lo indispensable para andar el camino: oración, mortificación, penitencia, ayuno, buenas obras, sacramentos.

Por la puerta estrecha no se puede pasar una valija de dinero, pero tampoco sirve una billetera abultada, porque no sirve de nada el dinero para el camino angosto que hay que recorrer; para pasar la puerta y seguir por el camino, hay que ser pobres, de cosas materiales y de espíritu; no se puede atravesar la puerta estrecha con escritorios de roble, ni con pisos de mármol, ni con grifos de oro; no se puede atravesar la puerta estrecha y tampoco se puede recorrer el camino con un auto cero kilómetro, porque la puerta es tan estrecha, y el camino es tan angosto, que solo se puede ir a pie, con el calzado mínimo, y si se va descalzo, mejor; no se puede atravesar la puerta estrecha, ni andar el camino, con computadoras, cámaras de video, cámaras de foto, ni se puede andar el camino angosto con recuerdos de playa, de montaña, de vacaciones despreocupadas, de cruceros interminables por apacibles mares: solo lo pasan quienes llevan en sus recuerdos, en sus pensamientos y en sus corazones, la Pasión de Jesucristo y su infinito Amor; no se puede atravesar la puerta estrecha, ni se puede andar el camino, con cantos de jolgorio y de festines: solo se pueden entonar cantos de alabanzas a Dios y de amistad al prójimo; no se puede atravesar la puerta estrecha con el corazón henchido de soberbia, porque es tan estrecha, y el corazón soberbio es tan voluminoso, que no puede pasar, y un corazón así, no puede andar por el camino angosto, porque no puede dar ni un solo paso, y ya se fatiga: sólo puede atravesar esa puerta el corazón pequeño y humilde, que reza, hace ayuno, y obra la caridad, no para que lo alaben los demás, sino para que lo vea en lo más profundo su Padre, Dios.

No se puede atravesar la puerta estrecha y andar por el camino angosto con enormes bolsas de alimentos y víveres, ni con apetito de manjares suculentos y de carnes asadas: sólo se puede atravesar esta puerta con una pequeña vianda, la cual se comerá con unción y con hambre de Dios durante el camino: Pan Vivo bajado del cielo, Vino de la Alianza Nueva y Eterna, y carne de Cordero, asada en el fuego del Espíritu Santo.

¿Dónde encontrar la puerta estrecha y el camino angosto? Porque la puerta ancha, y el camino ancho, se encuentran en el mundo, por todas partes, y es muy fácil acceder y transitar por ellos.

La Puerta es la Virgen y el Camino es Jesús, y los dos se encuentran en la única Iglesia de Dios. La Madre de Dios se llama “La Puerta”, porque es Portal de eternidad: por Ella, vino el Dios Eterno a este mundo, y por Ella, a través de su Corazón Inmaculado, los pobres mortales ingresan en la eternidad, ya que Ella los presenta en sus brazos, como hijos suyos, ante su Hijo Dios.

Y su Hijo es el Camino, por el cual los hombres llegan a su destino final en la eternidad, el seno de Dios Padre, en el Espíritu.

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