lunes, 1 de agosto de 2011

Cristo es Dios, no un fantasma


"Es un fantasma" (cfr. Mt 14, 22-36). Los discípulos en la barca, ven venir a Jesús caminando sobre las aguas, y lo confunden con un fantasma.
La escena, sucedida hace veinte siglos, se repite a lo largo de la historia, porque simboliza a la Iglesia y a la humanidad en su relación con Cristo Jesús.
La barca es la Iglesia Católica; los discípulos, los bautizados; el mar, la historia y el tiempo humanos; el mar tempestuoso y el viento, la acción del demonio sobre la humanidad y la Iglesia, buscando destruirlas y perderlas para siempre.
La historia se repite, porque así como los discípulos confunden a Jesús con un fantasma, así hoy, en la Iglesia, muchos confunden a Cristo Eucaristía con un fantasma.
Para muchos, Cristo en la Eucaristía no tiene entidad real; es un personaje de ficción, de fantasía, sin incidencia en la vida personal de cada uno, y mucho menos en la humanidad, y así, ante las tribulaciones, muchos naufragan y se hunden, como Pedro, porque no tienen fe en la Presencia real de Cristo en la Eucaristía, y en su condición de Dios Hijo.
Y sin embargo, Cristo es el Hombre-Dios, el Salvador de los hombres, capaz de calmar, con la omnipotencia de su voz, el mar tempestuoso; capaz de expulsar al demonio de las almas de los hombres y de la historia de la humanidad; es capaz, con su voz omnipotente, transmitida a través de la débil voz del sacerdote ministerial, de convertir el pan en su Cuerpo y el vino en su Sangre; es capaz de sanar el alma y conducirla a la Vida eterna.
Cristo es Dios, no un fantasma.

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