miércoles, 2 de noviembre de 2011

La alegría de los ángeles es ver a los hombres convertidos



“Hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que no necesitan conversión” (cfr. Lc 15, 1-10).

En el cielo, los ángeles se alegran por los pecadores que se convierten, porque un pecador arrepentido ha detenido los pasos que lo conducían a la perdición eterna de su alma, al tiempo que ha comenzado a caminar el camino de la cruz, el que lo conduce a la feliz eternidad.

Lo que queda de manifiesto en esta realidad sobrenatural descripta por Jesús, es la superficialidad de las alegrías del hombre: mientras los ángeles se alegran por un motivo sobrenatural y espiritual, que es la conversión de un alma, en la tierra los hombres nos alegramos por cosas banales, como un partido de fútbol, una carrera, una adquisición de un bien material, o cosas por el estilo, todas pasajeras y superficiales, mientras que nos deja indiferentes el destino eterno de cientos de miles de prójimos que, día a día, se dirigen al abismo por el sendero de la perdición. En otras palabras, nos alegramos porque gana un equipo de fútbol, pero no nos preocupa en lo más mínimo el destino de eternidad de nuestros prójimos.

No significa que no podamos alegrarnos por las pequeñas cosas de cada día, porque la alegría forma parte esencial del mensaje cristiano, pero sí es cierto que no podemos alegrarnos por cosas banales, mientras que al mismo tiempo nos despreocupamos por las cosas verdaderamente importantes, como la salvación del prójimo.

Lo que tendríamos que hacer, para poseer la verdadera alegría, es rezar y hacer sacrificios por su conversión.

Sólo así tendremos y viviremos la verdadera alegría, la alegría de los ángeles, la alegría de ver que alguien más ha despertado a la vida de la fe, y ha comenzado a contemplar, a amar, a alabar y a adorar a Dios Uno y Trino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario