sábado, 24 de diciembre de 2011

Navidad mundana y Navidad cristiana



Si quisiéramos saber qué es la Navidad, según lo que puede percibirse al recorrer las calles de una ciudad, o al leer los diarios del mundo, tendríamos la siguiente idea de la misma:

-Navidad es tiempo, más que de fiesta, de jolgorio, porque la fiesta hace referencia a alguna causa, al menos conocida, por la cual se celebra; el jolgorio, en cambio, es un clima de fiesta degradada, en la que lo que importa es la diversión desenfrenada;

-Navidad, según el mundo, es tiempo de regalos materiales, de hacerlos y de recibirlos, y por lo tanto, es tiempo de consumo febril, porque para regalar hay que comprar, para comprar hay que gastar, y para gastar hay que aprovechar las ofertas, y por lo tanto, hay que organizar "noches de shopping", para comprar y gastar, gastar y comprar sin parar. Y el que no pueda comprar ni gastar, envidiar a los que sí lo hacen.

-Navidad es, según el mundo, tiempo de grandes comilonas, por lo que hay que estar al tanto de qué comidas preparar, y qué comidas beber; cuanto más sofisticadas, mejor; cuanto más graduación alcohólica, mejor;

-Navidad es, según el mundo, y especialmente para los jóvenes, tiempo de fiesta mundana, de diversión sin freno, de jolgorio que se detiene sólo porque la noche se hace día y ya no queda más alcohol; es tiempo de escuchar, a todo volumen, música pagana, que induce a todo género de pecado, a todo desenfreno, a todo libertinaje; Navidad es una época especial para los jóvenes, tiempo de dar rienda suelta a sus pasiones.

-Navidad es, según el mundo, tiempo de recordar a un personaje, el cual por este recuerdo se vuelve el centro de la Navidad, un personaje extraño, entrado en años, canoso y de barba blanca, que reparte juguetes y recorre el mundo montado en un trineo tirado por alces; Navidad es el tiempo de este señor imaginario, que se hace presente en los escaparates de las tiendas, en la televisión, en los comerciales, en el cine, y en todos lados.

Navidad es, según el mundo, tiempo de hacer balances humanos, horizontales, como por ejemplo, recordar que vivimos en tiempos de crisis económica y financiera, que la economía ya no es lo que era; es tiempo de sentirse mejores deseando vagamente la paz, la salud, el trabajo y el bienestar económico para todos, pero especialmente para uno.

Lamentablemente, para muchos en la Iglesia, la Navidad se reduce a esto, y esto es nada más que una caricatura de Navidad, una deformación caricaturesca que nada tiene que ver con la verdadera Navidad.

Para la Iglesia, la Navidad es algo muy distinto:

-La Navidad es, sí, tiempo de fiesta, pero fiesta noble y alegre, de la cual se sabe el motivo: Dios, en la Persona del Hijo, ha venido a este mundo, mundo que yace en las tinieblas del error y del pecado, de la ignorancia y del mal, para iluminar con la luz de su Ser divino las almas de los hombres y para vencer a las tinieblas que lo cubren;

-La Navidad es, para la Iglesia, tiempo de regalos, pero ante de regalos espirituales: de parte de Dios Padre, nos regala algo inimaginado e imposible de imaginar y de apreciar, su mismo Hijo, que viene a nuestro mundo como un Niño, sin dejar de ser lo que Es, Dios eterno, y a su vez, Dios Hijo viene a nosotros para donarnos a Dios Espíritu Santo, el Amor del Padre y del Hijo. De parte del hombre, es tiempo también de hacer regalos, pero el principal regalo que debe hacer es el regalo de la conversión de su corazón a su Dios, en acción de gracias y adoración por su infinito amor y por su infinita majestad, porque se ha dignado venir a este mundo, anonadándose, humillándose, al encarnarse y nacer como Niño, sin dejar de ser Dios.

-La Navidad es, para la Iglesia, tiempo de comer manjares y beber bebidas exquisitas: es tiempo de comer comidas exquisitas: el manjar de los cielos, la Carne del Cordero de Dios, el Cuerpo de Jesús resucitado; el Pan de Vida eterna, el Pan Vivo bajado del cielo, Jesús en la Eucaristía; es tiempo de beber bebidas exquisitas, el Vino de la Alianza Nueva y eterna, la Sangre de Cristo resucitado.

-La Navidad es tiempo de alegría, de fiesta, porque Dios ha venido a este mundo sin dejar de ser Dios; ha venido como Niño, como un Niño recién nacido, para que no dudemos de su intención de donarnos su perdón, su Amor, su vida divina, anticipada en la Eucaristía.

-La Navidad es un tiempo especial para todos, pero especialmente para los jóvenes, porque en el Niño de Belén todo hombre encuentra el sentido de la vida terrena, el ser solo una prueba, un lugar de paso hasta llegar a la Vida eterna en los cielos, Vida que el Niño Dios nos la da en cada comunión eucarística; y al encontrar el sentido de la vida, los jóvenes no necesitan ahogar la desesperación existencial en los falsos atractivos del mundo, que sólo dan hastío y desasosiego al alma.

-La Navidad es, para la Iglesia, el tiempo de recordar el Nacimiento en el tiempo de Dios hecho Niño, en Belén, Nacimiento milagroso de la Virgen María, que llena de alegría, de paz, de luz y de dicha al alma; es tiempo también de recordar que el corazón humano es como un Nuevo Portal de Belén, en donde quiere renacer el Niño Dios por la gracia, para lo cual se necesita de la presencia de la Virgen, que limpie el corazón previamente y lo prepare para recibir la gracia del Nacimiento de su Hijo con el deseo de la conversión.

-La Navidad es, para la Iglesia, tiempo de hacer balances, pero balances que, empezando en la tierra, finalicen en la eternidad; es tiempo de ver cómo nos preparamos para el Nacimiento de Dios Hijo en nuestro corazón, Nacimiento que nos prepara para la Vida eterna, Vida a la que ingresaremos el día de nuestra muerte corporal; es tiempo de ser solidarios, pero la primera solidaridad es para con los que, al igual que los habitantes de Belén, no quieren dar lugar a Dios Niño en sus corazones, y el primer bien a compartir, más que los materiales, es el bien de la Fe en Cristo Dios, de manera que en Navidad nos debemos preguntar qué hemos hecho y qué hemos de hacer para que nuestros prójimos, los hambrientos de Dios, los ateos, sacien su hambre y sed de felicidad recibiendo al Niño de Belén como nosotros, por gracia de Dios, lo recibimos.

Esta es la verdadera Navidad, y la verdadera fiesta de Navidad está en la Santa Misa de Nochebuena.

Celebremos una Navidad cristiana ofreciendo nuestros corazones como un Nuevo Belén, en donde nazca el Niño Dios. No celebremos una navidad pagana. No nos aturdamos en el festejo desenfrenado, en el jolgorio mundano de un mundo que parece celebrar no el Nacimiento de Dios hecho Niño, sino el rechazo de Dios. Reparemos, con la oración y la Santa Misa, por todos aquellos que "festejan" una navidad pagana, vacía, mundana, sin Dios, e imploremos a la Madre de Dios, que trae a su Niño en su seno virginal, que lo haga nacer en los corazones más fríos y oscuros.

2 comentarios:

  1. Ojalá que todas la luces, incluidas las de la Iglesia, nos hagan recordar que Belén significa “La casa del Pan” y que el pan de la eucaristía que vamos a recibir en el día de Hoy nos haga compartir y repartir el pan de la dignidad humana a todos los que nos rodean.
    Feliz Navidad.

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  2. UN NACIMIENTO MAS DE JESÚS EN NUESTRAS VIDAS ESPIRITUALMENTE ATRAVES DE LA EUCARISTIA

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