miércoles, 30 de mayo de 2012

El que me siga tendrá el ciento por uno con persecuciones y la vida eterna



“El que me siga tendrá el ciento por uno con persecuciones y la vida eterna” (Mc 10, 28-31). Cristo promete que a aquel que lo deje todo por Él y su Evangelio –casa, madre, padre, hijos, posesiones-, ese obtendrá cien veces más de lo que dejó, ya en esta vida, más la vida eterna, pero además agrega un detalle: “en medio de persecuciones”.
El motivo es que el discípulo de Cristo tiene que seguir el mismo camino que su Maestro, y si a Cristo lo persiguieron y lo crucificaron, también harán lo mismo con sus discípulos. La persecución sufrida por el Reino de Cristo es entonces la señal de que el seguimiento es auténtico, y la prueba está en los innumerables santos y mártires que la Iglesia ha dado a lo largo de los siglos. Cientos de miles de santos y mártires, que viven en la gloria y en la felicidad eterna, tuvieron que padecer persecuciones de todo tipo, incluidas en primer lugar las cruentas, como sello distintivo de que transitaban el mismo camino del Calvario de su Maestro.
Y así como Cristo fue perseguido por Satanás y los hombres aliados a él, así también la Iglesia y los cristianos, son perseguidos de la misma manera, por encontrarse en medio de la lucha entre la luz divina y las tinieblas del infierno, lucha que se lleva a cabo en el tiempo y en el espacio terreno, como continuación de la lucha entablada en los cielos, y que finalizará solo en el Día del Juicio Final, con el triunfo definitivo y total de Cristo y de su Iglesia.
La persecución sufrida por Cristo, a manos de los enemigos de la Iglesia, es señal de que el cristiano sigue verdaderamente a Cristo camino del Calvario, cuyo fin se alcanza solo con el amor y el perdón del enemigo, de aquel que incluso llega a quitarle la vida.
Quien diga que “no tiene enemigos por Cristo” –y por lo tanto no se ejercita en el amor al enemigo-, es porque no ha comenzado todavía a transitar el Via Crucis.

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