lunes, 17 de diciembre de 2012

“No temas José porque lo que ha sido engendrado en María viene del Espíritu Santo”



El Ángel anuncia a José en sueños

“No temas José porque lo que ha sido engendrado en María viene del Espíritu Santo” (Mt 1, 18-24). Ante el temor de que María fuera repudiada debido a haber concebido un hijo sin estar viviendo juntos, y aunque este Niño había sido concebido por el Espíritu Santo, José, al desconocer este hecho, decide abandonar a María para no denunciarla públicamente. Sin embargo, el Ángel del Señor se le aparece en sueños y le dice: “No temas José porque lo que ha sido engendrado en María viene del Espíritu Santo”.
El Evangelio nos revela que el Niño concebido en María, el que luego habrá de nacer milagrosamente en Belén, ha sido concebido virginalmente, por obra del Espíritu Santo, el Amor de Dios, y que no ha intervenido en la concepción obra de ningún hombre, puesto que el Niño es “Emmanuel”, es decir, “Dios con nosotros”, porque es Dios Hijo en Persona.
Este Evangelio, a la par que afirma la condición de María como Madre de Dios, y la condición divina de Jesús -debido a que es Dios Hijo en Persona, es concebido virginalmente por el Espíritu Santo y por ese motivo es llamado "Dios con nosotros"- ,contesta a quienes niegan estas verdades reveladas, como lamentablemente ha sucedido hace unos días dentro del mismo campo católico: un sacerdote jesuita, en un artículo herético, publicó la blasfema mentira de que Jesús había nacido luego de una relación marital entre María y José, con lo cual niega, en un solo renglón, la doctrina de la Encarnación del Hijo de Dios y la virginidad perpetua de María[1].
Si esta blasfema herejía, que no proviene ya de sectores externos de la Iglesia, sino de pastores convertidos en lobos, que asesinan la fe de los creyentes, fuera verdad, entonces la escena central de la Navidad, el Pesebre, sería sólo una fábula, una metáfora, una alegoría mítica, y todo el cristianismo no pasaría de ser una religión idealista, propagadora de una nueva moral, pero cuyo horizonte continuaría siendo la vida caduca y terrena del hombre, como todas las otras religiones. Si esta proposición herética y blasfema de este sacerdote fuera verdad, entonces ninguna esperanza tendríamos los cristianos, porque todo sería vano, no habría perdón de los pecados, no habría liberación del demonio y del pecado, la muerte sería nuestro destino final, la desesperación sería la compañera de nuestras vidas, hasta el último aliento, nadie podría esperar el salvarse de la condenación eterna, y la Eucaristía no sería el mismo Dios Hijo que prolonga su Encarnación en la Hostia consagrada, sino que sería solo un pan bendecido.
Pero gracias a Dios, ni la  blasfemia de este mal sacerdote es verdad, ni la muerte es nuestro destino final, ni el demonio nos espera al final de nuestros días para arrastranos sin más a la condenación, porque el Niño de Belén, como lo dice el Ángel del Señor, es “fruto del Espíritu Santo”, es Dios Hijo en Persona que viene a este mundo como un Niño, sin dejar de ser Dios, para “destruir las obras del demonio” (1 Jn 1, 2), para vencer para siempre al demonio, la muerte y el pecado, para concedernos la filiación divina, para darse a nosotros como Pan de Vida en la Eucaristía, y para conducirnos, por su gran misericordia, a las moradas eternas del Padre luego de esta vida.
Basada en estas verdades eternas, la Iglesia, parafraseando al Ángel nos dice: “No teman a  los propagadores de mentiras, a los lobos vestidos de ovejas, a los malos pastores, a los que engañan a sabiendas: el Niño de Belén es Dios, fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nacerá para Navidad de Santa María Virgen, y a quien se acerque a adorarlo en su Pesebre y en la Eucaristía, les concederá el don del Espíritu Santo”.

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(1) Se trata del P. Alfonso Llano, quien en "la columna publicada el 24 de noviembre, titulada "La infancia de Jesús", aseguró que María concibió a Jesús tras mantener relaciones sexuales con José, lo cual niega el dogma católico sobre la Encarnación y la perpetua virginidad de la Madre de Dios". Según informa Infocatólica.com, "Sus declaraciones causaron gran escándalo en diferentes sectores de la Iglesia Católica. Mons. José Daniel Falla, secretario general de la Conferencia Episcopal Colombiana, aseguró que "el padre Llano ha perdido el horizonte y dejado de lado la fe que se pregona en la Iglesia desde sus inicios, al negar la virginidad de María", y pidió a superiores que lo llamaran al orden". Esto finalmente sucedió, que que con inusitada celeridad el sacerdote fue llamado al silencio, al prohibírsele de ahora en más continuar escribiendo.

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