lunes, 17 de junio de 2013

“Si alguien te pega en una mejilla preséntale también la otra”


“Si alguien te pega en una mejilla preséntale también la otra” (Mt 5, 38-42). Si bien se trata de una norma de comportamiento que caracteriza al cristiano, la indicación de Jesús de presentar la otra mejilla a quien nos golpea en una, trasciende absolutamente las normas morales. En realidad, se trata de imitarlo a Él, por medio de la participación a su vida, porque Jesús, durante toda su vida, pero especialmente en su Pasión, obró de esta manera. No se trata por lo tanto de una abolición de la Ley del Talión, ley que era la expresión de la justicia, puesto que impedía una venganza excesiva contra quien había provocado algún daño al prescribir la igualdad en la compensación –ojo por ojo, diente por diente-; cuando Jesús da por finalizada la Ley del Talión y prescribe que el cristiano no solo no debe reclamar lo que en justicia le corresponde –si alguien da una bofetada, según la Ley del Talión, se debe responder con una bofetada-, sino que se debe colocar la otra mejilla. Parece un despropósito, pero no lo es, porque Jesús ha venido a “hacer nuevas todas las cosas”, y entre ellas, las relaciones humanas, que ya no se rigen más por la Antigua Ley, sino por la Ley Nueva de la caridad, es decir, del Amor que brota de su Corazón de Dios, Corazón que late en el pecho del Hombre-Dios, Jesús de Nazareth.
         Esto quiere decir que el cristiano, al no solo no responder a la agresión según la Ley del Talión, es decir, devolviendo una bofetada, sino al ofrendar la otra, lo que está haciendo en realidad, no es demostrar cómo se practica una nueva norma de convivencia: está participando de la mansedumbre y humildad del Hombre-Dios en la Pasión, mansedumbre y humildad por la cual permitió no solo que lo abofeteen, sino que lo golpeen de todas las maneras posibles y permitió todo tipo de ultrajes, que llegaron hasta la injuria máxima que puede sufrir un hombre en esta vida, como dice Santo Tomás, y es el permitir que le quiten la vida. Cuando el cristiano permite que lo golpeen en la otra mejilla, lo que hace es participar de la humillación sufrida voluntariamente por Jesús, quien permitió que lo humillen para así conquistar el corazón de los pecadores, dando la muestra más grande de amor que alguien pueda dar, y es el dar la vida por aquellos a quienes ama con locura, los hombres.
         Presentar la otra mejilla –sea literalmente, o de modo figurado, aceptando pacientemente cualquier humillación sufrida- significa, para el cristiano, participar de la humildad de Jesús, humildad que es redentora y santificadora, porque por su Pasión, Jesús nos perdona nuestros pecados, nos redime y nos santifica.

          “Si alguien te pega en una mejilla preséntale también la otra”. Cuando Jesús nos aconseja actuar así frente a quien nos agrede –sea física, verbal o moralmente-, no nos está enseñando un modo “cívico” de comportarnos: nos está invitando a ser co-rredentores con Él, al invitarnos a participar de su Pasión salvadora. Llevado al extremo, es lo que hicieron los mártires, quienes unidos al Rey de los mártires, dieron sus vidas por sus verdugos, por quienes les quitaban la vida. De esta manera, consiguieron la vida eterna para ellos y para sus enemigos, y este es el fin último de no solo no responder con la Ley del Talión, sino de ofrecer la otra mejilla.

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