jueves, 8 de septiembre de 2016

“Estaban al acecho para ver si curaba en sábado”



“Estaban al acecho para ver si curaba en sábado” (Lc 6, 6-11). El Evangelista destaca la actitud de los escribas y fariseos frente a Jesús, que está enseñando en la sinagoga: puesto que se trata del día sábado y saben que Jesús ha hecho milagros de curaciones, lo observan con atención para “ver si curaba en sábado”, de manera de tener así “algo para acusarlo”. No es casual que el Evangelista utilice el verbo “acechar”, el cual describe una actitud propia de un animal cazador frente a su presa: el cazador acecha a su presa, es decir, la vigila desde algún escondite, o desde la oscuridad, de manera tal que la presa quede desprotegida al sentirse falsamente segura, siendo entonces el momento más oportuno para saltar sobre ella y darle muerte. Es la actitud que tienen los escribas y fariseos frente a Jesús, la del animal depredador: no les interesa el hecho de que Jesús haya probado, con los milagros, que Él es Dios, tal como lo afirma; tampoco les interesa la felicidad del prójimo, es decir, del hombre que recibe la curación milagrosa; no les interesa la misericordia del Hombre-Dios: sólo les importa la ley y su transgresión, porque no están animados por el Amor de Dios, sino por la soberbia y el orgullo. La perversión de los fariseos llegará al extremo de falsear la realidad, pues es precisamente este gesto de Jesús, de curar al hombre con el brazo paralizado –lo cual es una obra de misericordia-, será usado por los fariseos como prueba falsa –entre otras más- en el juicio inicuo al que someterán a Jesús: “No respeta el sábado”.
“Estaban al acecho para ver si curaba en sábado”. Negación de Dios, falta de caridad para con el prójimo, religión puramente exterior, calumnias. Los cristianos no estamos exentos, por el hecho de ser cristianos, de caer en los mismos errores que los escribas y fariseos, y es por eso que debemos estar “atentos y vigilantes”, principalmente hacia nosotros mismos, para no ser destinatarios de la “mirada llena de indignación” que les dirige Jesús a escribas y fariseos.


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