martes, 8 de noviembre de 2016

“Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”


“Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber” (Lc 17, 7-10). La aclaración de Jesús acerca de qué es lo que debemos decir cuando cumplimos nuestro deber –si es que lo cumplimos- es necesaria, toda vez que, llevados por nuestra soberbia y nuestro deseo de ser glorificados por los hombres –y hasta por Dios-, nos atribuimos cosas que sólo le corresponden a Dios y su gracia. Por ejemplo, si alguien se convierte, podemos caer en la tentación de decir que “fue por mis oraciones”; si algún desastre se evita, o si se consigue algo que puede ser considerado un milagro, todo lo atribuimos a nosotros mismos, como si nosotros fuéramos Dios, o como si Dios estuviera subordinado a nosotros mismos. Y cuando esto hacemos, no solo pecamos de soberbia, sino que nos olvidamos las palabras de Jesús: “Sin Mí, nada podéis hacer” (Jn 15, 5). Sin Jesús, no podemos hacer “nada”, literalmente hablando, porque Él es la Gracia Increada, de quien procede toda gracia creada y participada, lo cual quiere decir que es Él quien obra en las almas, siendo nosotros sólo “pobres instrumentos” –cuando lo somos-.

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