viernes, 9 de diciembre de 2016

“¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?”



(Domingo III - TA - Ciclo A – 2016)

         “¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?” (Mt 11, 2-11). Juan el Bautista, que se encuentra en la cárcel por orden de Herodes, escucha “hablar de las obras de Cristo”, es decir, los milagros que realiza y la sabiduría con la que habla, por lo que envía “a dos de sus discípulos para preguntarle” si Él es “el Mesías que ha de venir o si deben esperar otro”: “¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?”. Jesús les responde: “Vayan a contar a Juan lo que ustedes oyen y ven: los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres”.
         Es decir, el Bautista manda a preguntar a Jesús si “es el Mesías que ha de venir”, aunque es una pregunta retórica, porque el Bautista sabe que Jesús sí es el Mesías que ha de venir por Primera Vez al mundo –es el Espíritu Santo en Persona quien ilumina al Bautista para que sea capaz de ver, en Jesús de Nazareth, al “Cordero de Dios que quita los pecados del mundo”-, y el hecho que demuestra que el Bautista sabe que Jesús es "el Mesías que ha de venir", es que, para que los hombres lo reciban, es que predica la conversión del corazón en el desierto, vestido con piel de camello y alimentándose de langostas y miel. A su vez, la respuesta de Jesús es una respuesta afirmativa, pero tácita, porque no responde directamente: “Sí, Yo Soy el Mesías que ha de venir”, sino que responde enumerando las obras que Él hace, obras que sólo el Mesías-Dios puede hacer, y esas obras no se limitan solo a la sanación corporal, sino ante todo, comprenden el Anuncio de la Buena Nueva, la Buena Noticia de la salvación de los hombres: “Vayan a contar a Juan lo que ustedes oyen y ven: los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres”. Las pruebas que Jesús da para afirmar que Él es el Mesías que había de venir, son los milagros –que solo pueden ser hechos por Dios- y el Anuncio de la Buena Noticia de la salvación. En otras palabras, Jesús responde no sólo que Él es el Mesías del que hablaron los profetas y al que el Pueblo Elegido esperaba, sino que es el Mesías-Dios, porque sólo Dios puede hacer esos milagros, como por ejemplo, resucitar muertos, aunque la prueba definitiva de que Él es el Mesías, es el “Anuncio de la Buena Noticia a los pobres”.
Puesto que el mismo Jesús que se reveló como Mesías al Bautista, es el mismo Jesús que está en la Eucaristía, nosotros, parafraseando a los discípulos de Juan el Bautista, le decimos a Jesús en el sagrario: “Jesús Eucaristía, Tú eres el Dios que vino por Primera Vez; eres el Dios del sagrario que habrá de venir por Segunda Vez; eres el Dios de la Eucaristía, que viene a nosotros, cada vez, en la Comunión Eucarística”.

Y de la misma manera a como Juan el Bautista anunció en el desierto al “Cordero de Dios que quita los pecados del mundo”, así también nosotros debemos, en el desierto de este mundo sin Dios, anunciar que Jesús en la Eucaristía es el “Cordero de Dios que quita los pecados del mundo” que ha de venir por Segunda Vez a juzgar a los hombres, y del mismo modo a como era necesaria la purificación del corazón para recibirlo en su Primera Venida, así también, y aún más, es necesario e imprescindible, para comparecer ante nuestro Dios en su Segunda Venida en la gloria, la purificación del corazón, de la mente, de los sentidos, del alma y del cuerpo, porque nada impuro puede comparecer ante el Cordero de Dios, Tres veces Santo. El Adviento es el tiempo propicio para hacer penitencia por los pecados cometidos y para obrar la misericordia, como muestra del cambio y la conversión eucarística del corazón, como modo más excelente de esperar a Jesús, el Dios de la Eucaristía, el Dios Mesías que vino en un Pesebre, que viene en cada Eucaristía y que vendrá en la gloria, al fin de los tiempos, para juzgar al mundo.

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