viernes, 8 de septiembre de 2017

“Sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse”



“Sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse” (Lc 5, 1-11). La escena evangélica de la primera pesca milagrosa nos muestra cuán distinta es la actividad apostólica y misionera de la Iglesia, cuando es Jesús con su Espíritu quien la guía, a cuando somos los hombres los que, confiando solo en nuestras fuerzas, nos dedicamos a un activismo infructuoso.
Este activismo infructuoso está representado en la pesca realizada por Pedro y los demás durante la noche: la barca es la Iglesia y Pedro el Vicario de Cristo; la noche significa ausencia de oración, movilización continua, actividad frenética, planificaciones estériles y agotadoras. Así como la pesca fue infructuosa –no pudieron sacar ni un pez-, así es esta actividad que, sin el Espíritu de Jesús y so pretexto de “aggiornamento”, "modernismo" o “progresismo”, deja de lado la Tradición, el Magisterio y la contemplación y adoración eucarística.
Por el contrario, la pesca milagrosa, realizada en plena luz del día y bajo la guía de Jesús, significan que “lo que es imposible para el hombre, es posible para Dios” y que es Jesús quien, con su Espíritu, acerca a las almas a la Iglesia, representada en la barca de Pedro.

“Sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse”. Ser fieles a la Santa Fe Católica de hace veinte siglos, ser fieles a la Tradición, al Magisterio y a la Biblia de traducción católica, hacer adoración eucarística, rezar el Santo Rosario y recién, solo recién, el apostolado y la misión. Que serán fructíferos si Jesús, el Dios de la Eucaristía, así lo dispone.

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