sábado, 27 de enero de 2018

“(…) Un espíritu impuro gritó: “Ya sé quién eres: el Santo de Dios””


(Domingo IV - TO - Ciclo B – 2018)

         “(…) Un espíritu impuro gritó: “Ya sé quién eres: el Santo de Dios”” (Mc 1, 21-28).  Los demonios, que pueblan la tierra desde que fueron expulsados del cielo a causa de rebeldía contra Dios y cuyo fin es el seducir y tentar a las almas para conducirlas por el camino de la eterna perdición, reconocen que Jesucristo es “el Santo de Dios”. Según Santo Tomás, los demonios conocen a Jesús por conjeturas –deducen que no es un hombre más entre tantos, debido a que se dan cuenta que sus milagros, prodigios y signos no los puede hacer un hombre común- y no porque tengan de Él un conocimiento en su esencia, como sí lo tienen los ángeles de luz. Ahora bien, podemos conjeturar que, puesto que los demonios, ante su Presencia, “se arrojan a sus pies” y exclaman, aterrorizados: “Tú eres el Santo de Dios”, los ángeles rebeldes tienen otro tipo de conocimiento de Jesús, además del conocimiento por conjeturas y una orientación nos la da el terror que los ángeles rebeldes experimentan ante Jesús. ¿Cuál es la razón del terror que experimentan los demonios ante Jesús? Los ángeles caídos se aterrorizan ante Jesús porque reconocen en Jesús -que ha venido “para destruir las obras del Demonio”-, en su voz, la omnipotencia del Dios que los creó, los puso a prueba en el Cielo y finalmente los expulsó, al convertirse ellos mismos, por propia decisión, en ángeles perversos y malignos. Es decir, al escuchar la voz humana de Jesús, reconocen que, a través de esta voz humana, habla la Palabra de Dios, el mismo Dios que los creó y que luego de fallar en la prueba de amor hacia Él, los precipitó en el Infierno para siempre. Esa es la razón por la cual, al escuchar a Jesús y ante la sola orden de su voz, huyen inmediatamente de los cuerpos humanos a los que habían poseído, llenos de terror. Si Jesús fuera solo un hombre, de ninguna manera experimentarían los demonios el terror que experimentan ante el Hombre-Dios Jesucristo.

                  “(…) Un espíritu impuro gritó: “Ya sé quién eres: el Santo de Dios””. Nada bueno enseñan los demonios, pero en este caso, hay algo que sí podemos aprender de ellos, y es el reconocer, en Jesús de Nazareth, a Dios Hijo encarnado. La diferencia es que a ellos se les manifestaba por medio de una naturaleza humana, mientras que a nosotros, ese mismo Hijo de Dios encarnado, se nos manifiesta por medio de las especies eucarísticas, en el Santísimo Sacramento del altar. Si los demonios se arrojaban a los pies de Jesús exclamando, llenos de terror, “Tú eres el Santo de Dios”, nosotros, iluminados por la Santa Fe católica, debemos postrarnos ante Jesús Eucaristía y exclamar, llenos de amor: “¡Jesús Eucaristía, Tú eres Dios, Tres veces Santo!”.

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