jueves, 15 de febrero de 2018

Jueves después de Ceniza



Jesús camino del Calvario, con el velo de la Verónica
(Giovanni Cariani)

(TC - Ciclo B – 2018)

         “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga” (Lc 9, 22-25). Jesús da las condiciones para seguirlo: ante todo, es necesario querer seguirlo, y por eso dice: “El que quiera venir detrás de mí”, porque Él no obliga a nadie a seguirlo. Quien lo ame, ése lo seguirá; quien no lo ame, no lo seguirá, porque Él no lleva a nadie contra su voluntad. Solo el Amor de Dios es el que hace que una persona desee seguir a Jesucristo y cumplir sus Mandamientos.
Otro requisito es “renunciar a sí mismo”, lo cual significa renunciar al hombre viejo, al hombre dominado por la concupiscencia, por la ira, por la gula, por la pereza; en definitiva, al hombre dominado por el pecado. Solo quien renuncie a su propio “yo”, contaminado por el pecado original, el yo cargado de soberbia, de orgullo, de vanidad, de rencor, solo ése, puede seguir a Jesucristo.
Otro requisito es “tomar la cruz de cada día”, lo cual significa desear morir al hombre viejo, para nacer al hombre nuevo, el hombre que nace de lo alto, el hombre regenerado por la gracia santificante, gracia que brota del Corazón traspasado de Jesús y que se derrama sobre el alma por medio de los sacramentos.
Por último, no basta con simplemente querer, renunciar a sí mismo y cargar la cruz: es necesario “seguirlo”, es decir, poner por obra el deseo de seguir a Jesús. Así como Jesús cargó la cruz y, mirando hacia el Calvario, emprendió el Via Crucis, el Camino de la Cruz, así también el cristiano, luego de desear amar a Cristo, luego de renunciar a sí mismo, luego de cargar la cruz, debe poner por obra el seguimiento de Cristo, lo cual significa ir tras de Él, guiado por el Espíritu Santo. Esto implica seguir a Jesús cada día, por el Camino del Calvario, a ese Nuevo Calvario que es el Altar Eucarístico, en donde se renueva, en cada Santa Misa, de modo incruento y sacramental, el Santo Sacrificio de la Cruz.

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