miércoles, 28 de marzo de 2018

Miércoles Santo



"La traición de Judas"
(Giotto)

(Ciclo B – 2018)

“Uno de vosotros me va a entregar” (Mt 26, 14-25). El Papa Benedicto XVI se pregunta cuál es la razón que llevó a Judas a traicionar a Jesús: “¿Por qué Judas traicionó a Jesús?”[1]. A continuación, el Santo Padre reflexiona sobre dos hipótesis: su avaricia y su desilusión desde el punto de vista político-mesiánico: “La pregunta sugiere diversas hipótesis. Algunos recurren al hecho de su avaricia; otros sostienen una explicación de orden mesiánico: Judas se habría decepcionado al ver que Jesús, no insertaba en su programa, la liberación político-militar de su país”.
Pero luego, el Santo Padre se decanta por una tercera hipótesis: el engaño y posteriormente la posesión diabólica de Judas Iscariote: “En realidad, los textos evangélicos insisten en otro aspecto: Juan dice expresamente que “el diablo había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, la intención de entregarlo” (Jn 13,2). Lucas escribe de manera análoga: “Satán entró dentro de Judas, llamado Iscariote, que era del número de los Doce” (Lc 22,3)”.
Judas traiciona a Jesús porque se une libre y voluntariamente al Diablo, a pesar de que Jesús lo había llamado “amigo” a Judas: “De esta manera, se sobrepasan las motivaciones históricas y se explica el asunto desde la responsabilidad personal de Judas, quien, miserablemente, cedió a una tentación del Maligno. En todo caso la traición de Judas permanece en el misterio. Jesús le llamó amigo (Mt 26,50), pero en sus invitaciones a seguirle sobre el camino de las bienaventuranzas, no forzó las voluntades ni les dejó inmunes contra las tentaciones de Satán, respetando su libertad humana…”.
Luego el Santo Padre compara la traición de Judas con la traición de Pedro y al analizar las diferentes conductas de ambos, posteriores a sus respectivas traiciones, remarca cómo Pedro se arrepiente y también Judas, pero el arrepentimiento de este último, imperfecto, lo lleva a la desesperación y al suicidio, en tanto que la contrición perfecta de Pedro lo lleva a ser merecedor de la misericordia divina: “Acordémonos de que también Pedro quiso oponerse a Jesús y a lo que le esperaba en Jerusalén, pero recibió un fuertísimo reproche: “¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!” (Mc 8, 32-33). Después de su caída Pedro se arrepintió y encontró perdón y misericordia. También Judas se arrepintió, pero su arrepentimiento degeneró hasta la desesperación y llegó así a la autodestrucción…”.
Jesús, entonces, respeta nuestra libertad y espera nuestro arrepentimiento y conversión y no niega a nadie su misericordia y su perdón: “Tengamos presentes dos cosas. La primera: Jesús respeta nuestra libertad. La segunda: Jesús espera nuestra disponibilidad al arrepentimiento y a la conversión; él es rico en misericordia y en perdón”.
         “Uno de vosotros me va a entregar”. En el fondo, todo pecado es una traición al Amor de Dios manifestado en Cristo Jesús. Lo que debemos hacer, entonces, es pedir la gracia de imitar a Pedro y no a Judas Iscariote, para obtener una contrición perfecta del corazón y no volver a entregar más a Jesús, sino a vivir siempre en su gracia.


[1] Benedicto XVI, Audiencia general del 18-10-06.

No hay comentarios:

Publicar un comentario