miércoles, 18 de abril de 2018

“Yo Soy el Pan de Vida, el que viene a Mí jamás tendrá hambre”



“Yo Soy el Pan de Vida, el que viene a Mí jamás tendrá hambre” (Jn 6, 30-35). Le preguntan a Jesús qué signos hace para que crean en Él y le dan como ejemplo el pan del cielo, el maná, dado por Moisés al pueblo en el desierto. El maná es el signo de Moisés; ahora ellos quieren un signo de Jesús.
Pero Jesús sorprende con la afirmación de que no fue Moisés quien les dio “el verdadero pan de vida”, sino que es su Padre Dios quien da el verdadero pan y de vida porque es un pan venido del cielo y porque da Vida divina a quien lo consume. El pan que dio Moisés venía del cielo, sí, pero no era el verdadero, sino una figura del verdadero y único Pan de Vida dado por Dios Padre y es un Pan que, a diferencia del maná, concede la Vida eterna para el sustento del alma y no solamente del cuerpo, como lo era el maná recibido por los israelitas en el desierto. Entonces le piden: “Señor, danos siempre de ese pan”. Jesús les responde afirmando que Él, a quien están viendo, es el Verdadero Pan de Vida, el Verdadero Maná, el Pan bajado del cielo y que quien se alimente de este Pan, que su Cuerpo y su Sangre, “jamás tendrá hambre ni sed”: “Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed”.
Jesús en la Eucaristía, con su Cuerpo, su Sangre, su Alma, su Divinidad, y todo el Amor de Dios contenido en su Sagrado Corazón Eucarístico, es el Verdadero y Único Pan de Vida, que concede la Vida divina del Ser divino trinitario a quien lo consume, saciando el hambre y la sed que de Dios tiene el alma desde el instante mismo en el que es creada. Sólo el Verdadero Pan de Vida, la Eucaristía, puede saciar la sed y hambre de Paz, Amor, Justicia, Misericordia, Alegría, que posee toda alma desde su creación.

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