“El Espíritu Santo los
introducirá en toda verdad”. El envío del Espíritu Santo por parte de Jesús
resucitado y ascendido al cielo, “introducirá en la Verdad” a los discípulos,
es decir, les comunicará y los hará partícipes de todos los misterios sobrenaturales
del Hombre-Dios Jesucristo.
Es el
Espíritu Santo el que hará ver y contemplar los grandes misterios de la Iglesia Católica, misterios
inalcanzables e inconcebibles para cualquier criatura, humana o angélica.
Los
misterios de la Verdad
divina que hace conocer –y amar- el Espíritu Santo, preservan al alma de todo
error, de toda herejía, de toda división, de todo cisma, de todo progresismo:
Dios en Uno y Trino, Uno en naturaleza y Trino en Personas; la Segunda Persona de la Santísima Trinidad
se encarnó, por lo tanto, Jesús de Nazareth es Dios Hijo en Persona, y no un
simple hombre; su Encarnación fue obra del Amor Divino, por lo tanto, María, su
Madre, es Virgen y al mismo tiempo, es Madre de Dios; porque Jesús es Dios,
Jesús derrotó en la Cruz
al demonio, al mundo y a la carne; Jesús prolonga su Encarnación en la Eucaristía y en la Santa Misa.
Es en
estos misterios sobrenaturales, comunicados por el Espíritu Santo, en donde se
apoyan y fundamentan los dogmas y toda la doctrina de la Santa Iglesia Católica.
Cualquier
enseñanza, doctrina, media verdad, que enseñe lo contrario, es un invento
progresista que conduce al error, al cisma y a la herejía, y no proviene del
Espíritu Santo, sino del ángel caído, el espíritu de las tinieblas.
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