La Conmemoración de Todos los Fieles no debe ser sólo una
ocasión para recordar piadosamente a nuestros seres queridos, además de elevar
oraciones por ellos: debe ser una ocasión para adorar a la Divina Misericordia,
porque por esta Divina Misericordia es que esperamos, por un lado, que nuestros
seres queridos difuntos estén el Cielo, junto a Dios –en el Purgatorio o en el
Cielo- y es por esta Divina Misericordia que esperamos reencontrarnos con
ellos, algún día, en el Reino de los Cielos.
Sin la Misericordia Divina, no tendría sentido el recordar a
los fieles difuntos, porque esta vida sería sólo la antesala de la eterna condenación,
ya que no habría esperanza alguna de salvación y por lo tanto, no tendríamos la
esperanza tampoco de reencontrarnos con ellos. Su recuerdo sólo nos traería
dolor sobre dolor, además de tristeza y desesperanza. Sin embargo, esta
Conmemoración está cargada de esperanza y de alegría para el cristiano, por el
motivo que hemos dicho: porque por la Divina Misericordia, esperamos en la vida
eterna, creemos en la vida eterna, pero no solo en la vida eterna, sino en el
Reino de los Cielos; creemos que Dios, en su infinita Misericordia, se ha
apiadado de nuestros seres queridos difuntos y les ha concedido, por
intercesión de María Santísima, Mediadora de todas las gracias, el don del
arrepentimiento perfecto o contrición del corazón y por esta razón es que
esperamos que ellos, independientemente de la vida que puedan haber llevado
aquí en la tierra, siendo más o menos pecadores, estén ya gozando de la visión
beatífica de Dios Uno y Trino. Esto es lo que fundamenta nuestra esperanza y
nuestra alegría en un día en el que la tristeza por el recuerdo de los seres
queridos difuntos puede hacerse presente con mayor o menor intensidad, aunque
aun habiendo tristeza y lágrimas por su recuerdo, la fe en la Divina
Misericordia cambia la perspectiva sombría y nos da la certeza de que nuestros seres
queridos están con Dios.
Por otra parte, si pensamos que la Divina Misericordia obró
con nuestros seres queridos difuntos, al punto tal de concederles la gracia de
la conversión y del arrepentimiento final y por eso creemos que están salvados,
también esperamos lo mismo para nosotros y por el mismo motivo, por la Divina
Misericordia, ya que esperamos que Dios se apiade de nosotros, que somos
pecadores y que nos conceda también a nosotros la gracia del arrepentimiento
final. Esto enciende la esperanza de reencontrarnos con ellos un día, en Cristo
Jesús, en el Reino de los Cielos.
Porque creemos que Cristo es Dios y ha vencido al demonio, a
la muerte y al pecado y porque creemos que, en su infinita Misericordia por
nosotros, ha hecho prevalecer la Misericordia sobre la Justicia Divina en la
hora de la muerte de nuestros seres queridos, y porque por esa misma
Misericordia esperamos un día reencontrarnos con nuestros seres queridos en el
Reino de Dios, es que este día es un día no sólo para conmemorar a nuestros
fieles difuntos, sino para alabar, ensalzar, glorificar y adorar a la Divina
Misericordia.