(Ciclo
B – 2024)
La
Iglesia celebra la Solemnidad de la Sagrada Familia luego de la Natividad del Niño
Dios precisamente porque lo que constituye a la familia, o lo que hace que el
matrimonio o unión esponsal se convierta en familia, es la aparición del fruto
del amor de los esposos, los hijos. En este caso, sabemos que, si bien
exteriormente la Sagrada Familia aparece, cuando se la contempla por fuera,
como una familia más entre tantas -la Madre-mujer, el esposo-varón y el hijo-Niño-,
se trata sin embargo de una familia especial, una Familia Sagrada, puesto que
San José es Padre Adoptivo de Jesús, ya que el Padre de Jesús es Dios Padre; la
Virgen es Madre de su Humanidad, nacida en el tiempo, ya que Jesús es Dios Hijo
desde la eternidad; y el Niño es Hijo de Dios Padre que procede desde su seno,
por el Espíritu Santo, desde toda la eternidad. Entonces, aunque por fuera
parece una familia más -la madre-mujer, el papá-varón, el hijo-, al
contemplarla a la luz de la fe, se contempla con admiración que la Sagrada
Familia de Nazareth es Santa porque en ella todo es sagrado: es sagrado el
Hijo, porque es la Santidad Increada; es sagrada la Madre, porque es la Madre
de Dios; es sagrado el Padre, porque es un varón casto y justo, temeroso Dios y
por eso esta Familia Santa es modelo de santidad para toda familia católica.
La Madre de esta Familia
es la Mujer del Génesis, que aplasta la cabeza de la Serpiente; es la Mujer al
pie de la Cruz, que adopta como hijos a todos los hombres; es la Mujer del
Apocalipsis, revestida de sol, revestida de gracia y así la Madre de la Sagrada
Familia es modelo de santidad para toda madre de familia que desee ser santa a
los ojos de Dios.
El
Hijo de esta Familia Santa, aunque es pequeño y frágil como todo recién nacido,
es el Hijo del Eterno Padre, es el Verbo del Padre Eterno que se ha encarnado y
se ha manifestado a los hombres como Niño humano, sin dejar de ser Dios, para
ofrecerse como Víctima Santa y Pura en la edad adulta, en el ara de la Cruz,
para la salvación de la humanidad, obedeciendo la Voluntad del Padre y así es
modelo para todo hijo que desee ser santo, cumpliendo la voluntad de Dios en
sus vidas.
El
esposo y padre de esta Familia Santa, quien es esposo meramente legal de María
Santísima y es padre adoptivo de Jesús, es San José, varón casto, justo, santo,
de altísima santidad, que da su vida por su Esposa y por su Hijo y así se
convierte en modelo de todo padre que desee ser santo, santificándose en los
quehaceres propios de la vida familiar, obedeciendo también la voluntad de
Dios.
Si bien por fuera la Sagrada Familia parece una
familia más entre tantas, es una Familia Sagrada, es una Familia Santa y por
eso mismo, es la Primera Familia, la Familia de todas las familias cristianas,
el modelo y el ejemplo para todas las familias cristianas, pero también es el
único modelo y ejemplo para todas las familias de toda la humanidad y por esta
razón la Iglesia celebra con una solemnidad litúrgica su conmemoración.
Entonces, si antes del nacimiento de
los hijos, el matrimonio es solo la unión de los esposos, cuando nacen los hijos,
en este caso, el Niño Dios, el matrimonio se convierte en “familia”, en este caso,
la Sagrada Familia y es lo que sucede en la Sagrada Familia de Nazareth luego
del Nacimiento virginal y milagroso de Nochebuena. A partir del Nacimiento del
Niño Dios y la formación de la Sagrada Familia, la Familia Santa de Nazareth se
convierte en el único modelo insuperable de santidad para toda familia católica
y la razón es que todo en la Sagrada Familia de Nazareth es santo y puro: lo
humano se diviniza por participación y lo divino se humaniza, sin dejar de ser
divino.
En la Sagrada Familia, todo gira en
torno al Hijo Tres veces Santo de esta Familia, el Verbo Encarnado de Dios,
Jesús de Nazareth: Él es el Hijo de Dios Padre y en cuanto Dios, es el Alfa y
el Omega, el Principio y el Fin, es la Alegría de ángeles y hombres, es el
Creador, el Redentor, el Salvador; es la Santidad Increada y la Fuente de toda
Santidad Increada; nada es santo si no lo santifica Jesús; nada es puro si
Jesús no lo purifica con su Sangre Preciosísima. El Niño de la Sagrada Familia
es la Segunda Persona de la Trinidad hecha Niño, sin dejar de ser Dios para que
nosotros, hechos niños por la gracia, nos hagamos Dios por participación.
El alimento cotidiano de la Sagrada Familia
no es tanto el material, sino el espiritual y es la santidad que brota del Ser
divino trinitario del Sagrado Corazón del Niño Dios, santidad que se desborda
sobre su Madre, la Virgen Santísima y sobre su Padre adoptivo, San José, varón
casto y justo.
En esta Familia no hay ni la más mínima
sombra de pecado, de malicia: no hay enojos, ni impaciencias, ni mezquindades,
ni mentiras, ni desavenencias; todo en esta Familia Santa es bondad,
comprensión, paciencia, misericordia, paz, dulzura, humildad, suavidad y sobre
todo Amor, pero no el amor humano contaminado por el pecado original, sino el
Amor del Corazón del Niño de la Familia de Nazareth, el Amor del Padre y del
Hijo, el Espíritu Santo, que del Niño circula hacia la Madre, la Virgen y hacia
el Padre, San José, formando por analogía una trinidad en la tierra, como
proyección santa de la Santísima Trinidad en el Cielo.
En la Sagrada Familia de Nazareth todo
se hace para mayor gloria, honra y alabanza de Dios Trino; todo es Amor de
Dios, Amor del Espíritu Santo, Amor que todo lo llena, todo lo colma, todo lo
sacia, Amor de Dios que no deja resquicio sin ocupar. En la Familia Santa de
Nazareth se está siempre en la Presencia de Dios, porque se lo tiene a Dios en
medio, porque Dios Hijo está en medio de ellos, el Niño Dios, Jesús de
Nazareth, porque Jesús es el Emanuel, es el “Dios con nosotros” y por este
motivo la Familia de Nazareth es la Familia más feliz y alegre del mundo,
porque no hay alegría, gozo y dicha más grande que tener a Dios con nosotros,
que tener a Dios en el sagrario, que tener a Jesús Eucaristía en el corazón por
la Comunión Eucarística en gracia.
En la Sagrada Familia de Nazareth no
solo se alaba, se adora y se glorifica a Dios Trino, sino que ante todo se
agradece, antes que los bienes materiales y espirituales que nos da, se agradece
a Dios por ser Dios Quien Es, Dios de infinita majestad y bondad y esto se hace
no un día ni dos, ni tres, sino todos los días, noche y día, todo el tiempo y
esto en momentos de tranquilidad y también en tiempos de tribulación, como por
ejemplo cuando el Niño es amenazado de muerte por Herodes y deben huir a Egipto
guiados por el Ángel de Dios; la Sagrada Familia adora y agradece a Dios en la
tribulación y en la pobreza, porque la pobreza no es obstáculo para entonar
cánticos de alabanzas a la Santísima Trinidad por haber donado al Niño Cordero
para el Santo Sacrificio del Calvario y en esto es ejemplo insuperable la Sagrada
Familia, que siempre vivió una digna pobreza, la pobreza de la Cruz.
En el primer Domingo después de Navidad, la
Iglesia nos coloca a la Sagrada Familia no sólo para que la contemplemos, sino
para que, como familia, la imitemos y la imitemos ante todo en su santidad: así
como todo en la Sagrada Familia de Nazareth gira en torno al Niño Dios, Jesús,
así debe ser en toda familia católica: todo debe girar en torno al Redentor, el
Hijo de la Sagrada Familia de Nazareth. Sólo así la familia católica podrá
cumplir el designio divino sobre ella y ser, como la llaman los Padres de la
Iglesia, un “iglesia doméstica” que transforme al mundo para Cristo Dios con su
santidad.