(Domingo
III - TC - Ciclo B – 2015)
“Jesús expulsa a los mercaderes del templo” (cfr. Jn 2, 13-25). Jesús sube a Jerusalén y
encuentra en el Templo a los vendedores de bueyes, de palomas y de ovejas y a
los cambistas; hace un látigo de cuerdas, derriba las mesas de los cambistas, y
los expulsa a todos a latigazos, mientras dice: “Saquen esto de aquí y no hagan
de la Casa de mi Padre una casa de comercio”. La escena, real, tiene un
significado espiritual, porque cada elemento de la escena evangélica, nos
remite a una realidad sobrenatural. El templo representa el alma humana, que ha
sido creada para ser morada de la divinidad; los animales irracionales, como
los bueyes, las palomas y las ovejas, representan a las pasiones sin el control
de la razón que dominan el corazón del hombre; los cambistas, con sus monedas
de oro y plata, representan el apetito y la avidez del hombre por el dinero;
los mercaderes, representan a los demonios, que por permisión del hombre, han
entrado donde no debían entrar; Jesús, que los corre a latigazos, es el Dueño
del templo, es decir, del alma, porque en cuanto Dios, es el Creador del alma,
pero además, en cuanto Redentor y Santificador, es quien ha comprado y
rescatado el alma al precio altísimo de su Sangre Preciosísima y es quien la ha
consagrado como templo del Espíritu Santo y como morada de la Santísima
Trinidad, convirtiendo el corazón en altar y sagrario de la Eucaristía, y esa
es la razón por la cual estalla su indignación y su ira.
En la escena evangélica Jesús estalla de ira porque los
mercaderes de animales y los cambistas de dinero han usurpado el templo de su
Padre, pervirtiendo el sentido originario y el fin primario y único para el
cual el templo ha sido construido y consagrado, que es el de alabar y adorar al
Dios Único y Verdadero. El templo de Jerusalén ha sido construido para que en
su interior se escuchen solo oraciones y cantos de alabanzas, de adoración y de
acción de gracias a Dios, por ser el Creador, y para que reine entre los
hombres un sentimiento de fraternidad por ser todos miembros de un mismo Pueblo
Elegido, congregado para alabar a su Dios y cantar las maravillas que su Dios
ha hecho en favor de su Pueblo. Pero el hecho de que el templo esté ocupado con
los mercaderes y sus animales y con los cambistas y sus mesas de dineros,
trastoca y altera toda su finalidad y su sentido primigenio, porque en vez de
reinar el silencio, necesario para elevar el alma a Dios, el aire se llena del
estrépito de los gritos estentóreos de los cambistas de dinero que ofrecen sus
ofertas y de los mugidos de los bueyes, de los arrullos de las palomas y de los
balidos de las ovejas, además del griterío de la gente; a esto se le suma la
incomodidad por el poco espacio y por el apretujamiento que se genera debido a
la presencia de los animales y también la escasa higiene, ya que los animales,
por naturaleza, son poco higiénicos y hacen sus necesidades fisiológicas en el
lugar, contaminando y ensuciando el lugar sagrado, profanándolo de una manera escandalosa
e inaceptable. Al ver esta escena, Jesús se indigna, se enfurece y se llena de
santa ira –no de ira pecaminosa, porque Él es Dios y jamás podía pecar, por eso
su ira no es pecaminosa, sino santa; es la santa ira de Dios-, porque los
hombres han osado profanar el templo santo de su Padre, convirtiéndolo, de casa
de oración, en “casa de comercio” y por eso mismo, hace un látigo de cuerdas, y
los desaloja. En el fondo, subyace una apostasía silenciosa, porque han
desplazado al Dios verdadero de sus corazones, reemplazándolo por el dios
dinero, y ése es el motivo de la indignación y de la ira de Jesús.
Pero
además, como decíamos al principio, la escena evangélica es actual, porque si
bien sucedió en la realidad, cada elemento de la escena evangélica, representa
una realidad sobrenatural, que nos compete a los cristianos, que somos los
integrantes del Nuevo Pueblo Elegido. Es así como debemos vernos representados
en esta escena, porque el templo es figura del alma; los mercaderes, son figura
de los demonios; los animales irracionales, son figura de las pasiones sin control
de la razón, como por ejemplo, la ira, la lujuria, la pereza, la avaricia, la
soberbia, la envidia, que se apoderan del templo, esto es, el alma; los
cambistas, a su vez, representan, de modo particular, la avaricia y el apego
desordenado al dinero y a los bienes materiales, en detrimento de los bienes
eternos; Jesús, es el Dueño de nuestras almas, porque Él no solo ha creado el
alma humana, cada alma, sino que las ha comprado, derramando su Sangre y las ha
santificado, donando el Espíritu Santo sobre cada una de ellas, y es por eso
que no puede tolerar que las pasiones sin control –la ira, la lujuria, la
envidia, el egoísmo-, y el amor al dinero, representados en los mercaderes con
animales y en los cambistas con sus mesas de dinero, se apoderen del alma. En el
alma deben reinar los cantos y las alabanzas a Dios y se debe percibir el aroma
y el perfume exquisito de la gracia, y el corazón debe ser un altar en donde se
adore a Jesús Eucaristía, pero si en vez de eso se encuentran las pasiones, así
el templo que es el alma, pierde su sentido original y único, que es el de
alabar y adorar a Dios.
“Jesús
expulsó a los mercaderes del templo”. No
dejemos entrar a los mercaderes con sus animales ni a los cambistas con sus
mesas de dinero en nuestra alma; no permitamos que nuestra alma se convierta en
una casa de comercio, en donde dominen las pasiones sin control y en donde el
amor al dinero y el amor a las cosas materiales desplace el amor a Jesús
Eucaristía; que nuestra alma, comprada al precio de la Sangre del Cordero, sea
siempre un hermoso templo en donde solo se escuchen cantos de alabanza a Dios y
de amor a los hermanos y en donde se adore, en el altar del corazón, a Jesús
Eucaristía; que nuestra alma brille y resplandezca, en medio de las tinieblas
del mundo, con la luz de la gracia, la luz de la Jerusalén celestial, la luz
del Cordero (cfr. Ap 21, 23).
Cuantas incoherencias redactas en tu escrito. 1.-LOS MERCADERES ESTA ESCRITO QUE ESTABAN EN EL ATRIO DEL TEMPLO QUE ESTA A UN LADO DEL TEMPLO. PERO NO ADENTRO DEL TEMPLO 2,- DE LO QUE ESCRIBES DE LOS MERCADERES. DEL DINERO Y DE LOS BIENES MATERIALES. JOSE EL PADRE ADOBTIVO DE JESUS Y LOS HIJOS DE JOSE Y LOS MEDIOS HERMANOS DE JESUS HERAN CARPINTEROS . Y LO QUE HACIA N DE CARPINTERIA TENIAN QUE VENDERLO COMO MERCADERES Y RECIBIR COMO PAGA DINERO EN ORO O PLATA. O SEA QUE ELLOS INCLUYENDO A JESUS SON LO QUE TU ESCRIBES. UNA PREGUNTA USTED NUNCA A BENDIDO ALGO Y HA RECIVIDO DINERO O VIENES MATERIALES. O EN EL TEMPLO DONDE USTED VA. NUNCA HAN VENDIDO NADA. Y DE LOS ANIMALES Y DE LO QUE HAS ESCRITO DE ELLOS DE COMO SON DE Y COMO SE COMPORTAN . ENTONCES POR QUE DIOS LOS CREEO SI ESCRIVES QUE CONTAMINANY LOS PUSO EN EL PARAISO O EN EL EDEN. Y DE LO QUE ESCRIVES SOBRE LOS BIENES MATERIALES..SON MALOS. ENTONCES LOS TEMPLOS .O IGLESIAS. NO SON MATERIALES. Y EN NUESTRA ALMA NO SE CONBIERTA EN COMERCIO. EL ALMA ANQUE UNO QUIERA NO SE PUEDE COMBERTIR EN COMERCIO DE MERCADERES PORQUE EN EL ALMA NO CABEN LAS MERCANCIAS. QUE OFRESEN LOS MERCADERES. ESCRIBES DE LAS TINIEBLAS DEL MUNDO. ESCRIBEME CUANDO EL MUNDO HA ESTADPO EN TINIEBLAS DESDE LA CREACION HASTA EL DIA DE HOY. ESCRIVES DE JESUS COMO CORDERO. EL CORDERO TAMBIEN ES UN ANIMAL ESTOY ESCRIVIENDO SOBRE EL CORDERO NO DE JESUS. ( PORQUE LE LLAMAS CORDERO DESPUES DE LO QUE ESCRIBES DE LOS ANIMALES. )piense que lo que escribe sea coherente )
ResponderEliminar