“De Él salía una fuerza que curaba a todos” (cfr. Lc 6, 12-19). La gente trata de tocar a Jesús, porque quien lo toca, queda curado de sus enfermedades, o bien queda libre de la posesión demoníaca.
¿De qué se trata esta misteriosa fuerza que cura los males del hombre y ahuyenta al enemigo de las almas, del demonio?
La fuerza que sale de Él, de su interior, de su Persona divina, es la gracia divina, que pasa a través de su Humanidad como una corriente eléctrica. Su Humanidad, su Cuerpo, es como el canal conductor que orienta y canaliza esta energía divina, y es la razón por la que todos quieren tocarlo: con sólo tocarlo, esta energía divina se descarga sobre los hombres, curándolos de sus males.
Pero quien vive a siglos de distancia, también puede alcanzar
En otras palabras, para nosotros, que vivimos en el siglo XXI, la recepción de los sacramentos es el equivalente a tocar
Da pena constatar que muchísimos cristianos, muchísimos católicos, teniendo a su disposición toda la energía y todo el poder divino que fluye de los sacramentos de
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