“Yo
los envío como ovejas en medio de lobos (…) sean mansos como palomas y astutos
como serpientes” (Mt 10, 16-23). Es
curioso el hecho de que Jesús utilice a cuatro animales para caracterizar,
tanto a sus discípulos, como a los enemigos de sus discípulos, aquellos que son
partidarios del mundo, los mundanos. Sus discípulos son “como ovejas”, que
deben tener la “mansedumbre de una paloma” y la “astucia de una serpiente”, al
tiempo que sus adversarios, los hombres mundanizados, son “como lobos”. Es verdad
que Jesús utiliza la figura de animales, los cuales están en un plano inferior
al de los seres humanos, para graficar la realidad de la batalla espiritual que
se libra entre sus discípulos –las ovejas- y los discípulos de Satanás, los
mundanos –los lobos-; sin embargo, debido a que se trata de una batalla
espiritual, las figuras son solo figuras, ya que en la realidad, lo que actúa,
en el caso de los discípulos de Jesús, es la gracia, concediendo la
mansedumbre, propia de las ovejas y de las palomas, y la astucia, propia de las
serpientes, aunque en este caso, se trate de la mansedumbre del Hijo de Dios y
de la astucia o, más bien, de la sabiduría del Hijo de Dios; en el caso de los
hombres mundanos, los “lobos”, quien les hace partícipe de lo que es propio del
lobo –traducido a las características humanas, esto es, ferocidad, impiedad,
dureza de corazón, perversidad, astucia con mala intención, etc.-, es el
Demonio, puesto que los hombres que pertenecen al mundo están bajo sus órdenes.
“Yo
los envío como ovejas en medio de lobos”. En esta –aparente- desigual batalla
entre las ovejas y los lobos –los lobos, con sus colmillos afilados, llevan
todas las de ganar, frente a la indefensión de las ovejas-, quien dará la
victoria final, será Nuestro Señor Jesucristo, porque Él infundirá, en sus
discípulos, en aquellos que sean mansos como ovejas y astutos como serpientes,
su Espíritu, el Espíritu Santo, quien “hablará por ellos”, cuando sean
perseguidos y encarcelados por causa del Hijo de Dios.
“Yo
los envío como ovejas en medio de lobos (…) sean mansos como palomas y astutos
como serpientes”. Un filósofo pre-cristiano, Platón, decía que era preferible
sufrir una injusticia, antes que cometer una injusticia; los cristianos, al ser
mansos como ovejas en medio de lobos, están expuestos a toda clase de
injusticias, de persecuciones, de agresiones, e incluso, están expuestos a
perder la vida y no puede ser de otra manera, porque eso es lo que le sucedió
al Pastor de las ovejas, Jesucristo. Por otra parte, para quien sea como una
oveja, manso como una paloma y astuto como una serpiente, le está prometida la
asistencia del Espíritu Santo y el triunfo final sobre sus enemigos, los lobos
infernales, y le está asegurada, por lo tanto, el ingreso al Reino de los
cielos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario