(Ciclo
C – 2022)
Con
la Solemnidad de Cristo Rey, la Iglesia Católica no solo finaliza el ciclo
litúrgico, sino que principalmente proclama y reconoce públicamente a Cristo
como Rey del universo, tanto del visible como del invisible, es decir, la
Iglesia Católica reconoce a Cristo Jesús como Rey de los hombres y Rey de los
ángeles. La razón por la que Cristo es Rey es doble: Cristo es Rey por derecho
de naturaleza y por conquista: por derecho de naturaleza, porque Él es Dios, es
la Segunda Persona de la Trinidad y en cuanto tal, Él es el Creador de todo lo
que es y existe, tanto el universo visible, como el invisible, el mundo de los
ángeles; es Rey también por derecho de conquista, porque Él derrotó en la Cruz
a los enemigos de la humanidad, el Demonio, el mundo y la carne y concedió a
los hombres la gracia divina, la cual los convierte en hijos adoptivos de Dios,
consumando la redención[1] en el Santo Sacrificio del
Calvario: en otras palabras, Cristo es nuestro Rey porque Él no solo venció en
el Calvario a los enemigos de la humanidad, sino que conquistó a la humanidad para
Dios Padre, al redimirla al precio de su Sangre derramada en la cruz.
Ahora
bien, hay que decir que Cristo Rey reina en los cielos, glorioso y resucitado, sentado
en un trono a la derecha del Padre, como dice el Apocalipsis, iluminando con la
luz de su gloria divina a los ángeles y santos. Aquí en la tierra, Cristo Rey
nos ilumina con la luz de la gracia y de la fe y así como Cristo reina desde la
Cruz y desde la Eucaristía, así también quiere reinar en nuestras mentes,
voluntades y corazones. Pero también Cristo debe reinar sobre nuestras familias
y sobre nuestra Patria, y también sobre todas las naciones del mundo entero. Un ejemplo de testimonio público de la reyecía de Cristo son los cristeros, los fieles católicos mexicanos que, al grito de "¡Viva Cristo Rey!", se opusieron a la violencia del laicismo anticristiano, que trató de impedir precisamente la proclamación pública de que Cristo es Rey.
El hecho de que Cristo sea Rey, justifica la actividad misionera y evangelizadora de la Iglesia desde
sus inicios, actividad que no debe cesar nunca hasta el fin de los tiempos, ya
que si la Iglesia dejara de anunciar que Cristo en la cruz y en la Eucaristía
es Rey de todos los hombres, aun de aquellos que todavía no lo conocen, estaría
traicionando a su Rey y a su mandato de evangelizar a todos los hombres: “Id
por todo el mundo anunciando el Evangelio”.
Cristo Eucaristía,
Rey de cielos y tierra, Rey de los hombres y de los ángeles, baja cada día
desde el cielo hasta el pan del altar, para convertirlo en su Cuerpo, Sangre,
Alma y Divinidad, para quedarse en la Eucaristía y así ingresar en nuestros
corazones por la Comunión Eucarística. Adoremos, entonces, a nuestro Rey en la
Eucaristía y anunciemos a los hombres que Cristo es Rey y que quiere reinar en
los corazones de toda la humanidad y digamos con la Iglesia y el Espíritu: “Cristo,
Rey del universo, ven a nuestros corazones y haz de ellos tu altar, para que
allí seas adorado en el tiempo y en la eternidad. Amén”.
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