“Tus
pecados te son perdonados” (Mc 2, 3-12). En la escena de la curación del
paralítico, se encuentran numerosos elementos sobrenaturales que escapan a un
análisis racional y simplista y que, una vez analizados y reflexionados,
refuerzan nuestra fe católica, tanto en el Hombre-Dios Jesucristo, como en su
Esposa Mística, la Santa Iglesia Católica. Veamos brevemente en qué consisten
estos elementos.
Ante
todo, el paralítico, a quien podemos considerar como el destinatario principal
de las acciones de Jesús. El paralítico es modelo de fe sobrenatural en Jesús,
pero no en Jesús en cuanto hombre santo, sino en cuanto Hombre-Dios, esto es,
en cuanto Dios Hijo encarnado y la razón es que el paralítico acude a Jesús no
para que Jesús le cure su parálisis corporal, sino para que le perdone los
pecados. En efecto, el motivo por el cual el paralítico es llevado ante la
presencia de Jesús es para que Jesús sane su alma, quite sus pecados de su
alma. Esto se ve claramente en las palabras de Jesús al paralítico: “Tus
pecados te son perdonados”, como en los pensamientos de los escribas y fariseos
que acusan falsa y cínicamente a Jesús de ser un impostor, porque “sólo Dios puede
perdonar los pecados”.
Los
otros personajes que aparecen en escena son los fariseos y los escribas que, sin
proferir palabra alguna, sin embargo, en sus pensamientos, acusan a Jesús
falsamente de ser un impostor porque, como dicen con razón, “sólo Dios puede
perdonar los pecados” y en efecto, es así, sólo que Dios -Jesús- está frente a
ellos perdonando los pecados y aún así se niegan a creer en Jesús en cuanto
Dios encarnado.
Finalmente,
la Persona de Nuestro Señor Jesucristo, quien obra sobre el paralítico un doble
milagro de misericordia: le perdona los pecados, curando su espíritu y
colmándolo de gracia santificante, y por otra parte, para demostrar que Él
tiene poder efectivo de perdonar los pecados, cura su parálisis, al devolverle
la salud corporal, como muestra efectiva de que tiene realmente el poder
espiritual y divino de perdonar los pecados.
“Tus
pecados te son perdonados”. El paralítico es ejemplo de fe católica en Cristo
Jesús, es decir, cree en Jesús no como hombre santo a quien Dios acompaña
haciendo milagros, sino en Cristo como Hombre-Dios que, en cuanto Dios
encarnado, hace milagros que sólo Dios puede hacer, porque Él es Dios. Por otro
lado, los escribas y fariseos son también una muestra de algo que es cierto:
que sólo Dios puede perdonar los pecados: el error en estos últimos es que no
reconocen, aun teniendo a Jesucristo delante de ellos haciendo milagros que
sólo Dios puede hacer, no lo reconocen en cuanto tal. Por último, Nuestro Señor
Jesucristo, que demuestra su poder divino con el doble milagro al paralítico,
curando su espíritu al perdonar sus pecados y curando su cuerpo al curar
milagrosamente su parálisis. Un último elemento aparece oculto a los ojos del
cuerpo y a la razón y es visible sólo a los ojos del alma iluminados por la fe:
el perdón de Jesús, en cuanto Sacerdote Sumo y Eterno, de los pecados del
paralítico, es figura y anticipo del Sacramento de la Penitencia, en la que el
mismo Jesucristo, a través del sacerdote ministerial, perdona, con el poder
divino, los pecados de los hombres.
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