“Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas” (Mt 23, 23-26). Según
El hipócrita es alguien esencialmente falso y mentiroso, porque su falsa bondad exterior esconde la malicia interior, verdadero motor de su corrompido corazón.
El engaño y la falsedad del hipócrita son tanto más dañinos, cuanto más oculta está la malicia, y cuanto más debería el hipócrita, por su condición, reflejar la bondad, porque la bondad que refleja es falsa y mentirosa, ya que sus verdaderos pensamientos, sentimientos, cualidades, son esencialmente malos. Cuanto más alto y grande es el bien que el hipócrita, en su hipocresía, oculta, tanto mayor es el daño producido, porque la ausencia de bien significa presencia del mal.
Esto, que es válido para todos los órdenes de la vida, lo es mucho más cuando el Bien que debe ser presentado es el Bien en sí mismo, el Bien en Persona, el Bien en Acto Puro y perfectísimo de Ser, es decir, Dios. Cuando el hipócrita finge poseer a Dios, en realidad lo oculta, dejando sin Dios a quienes debería mostrarlo.
Es lo que sucede con los fariseos, los religiosos del tiempo de Jesús, y es lo que sucede con los laicos y sacerdotes de todo tiempo en
[1] Cfr. Diccionario de
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