(Ciclo
B – 2018)
La fe en la Santísima Trinidad (cfr. Mt 28, 16-20) es una fe propia de la Iglesia Católica y es lo que
la contradistingue de todas las otras demás religiones. Por la fe en la
Santísima Trinidad, según la cual Dios es uno en naturaleza y Trino en
personas, la Iglesia Católica cree en un Dios católico, un Dios propio de la
Iglesia Católica, un Dios en el que solo se cree en la Iglesia Católica. Según
esta fe, Dios en su constitución íntima está formado por Tres Divinas Personas
–el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo-; las tres participan del único Acto de
Ser divino trinitario –Actus Essendi-
y de una única naturaleza –esencia- divina, pero no hay tres dioses, sino Tres
Divinas Personas y un solo Dios verdadero. Cada una de las Personas es Dios: el
Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios, y no por eso hay
tres dioses, sino un solo Dios verdadero. Cada Persona posee el mismo Acto de
Ser divino trinitario, la misma naturaleza divina y por lo tanto, cada Persona
es adorada como Dios y recibe la misma adoración y gloria, y no por esto se
adoran a tres dioses.
El Dios católico es Uno y Trino y no es, en absoluto, el
Dios de los judíos, ni el Dios de los musulmanes, ni el Dios de los
protestantes. La razón es que ni los judíos, ni los musulmanes, ni los
protestantes, creen que la Santísima Trinidad está implicada directamente en la
tarea de salvar nuestras almas de la eterna condenación, además de concedernos
el don de la filiación divina y convertirnos en herederos del Reino de los
cielos por el sacrificio de Dios Hijo encarnado en la cruz, por pedido de Dios
Padre y por medio de Dios Espíritu Santo.
Los judíos rechazan la fe en la Trinidad, porque fueron
ellos los que crucificaron a Dios Hijo, por el solo hecho de haberse
auto-revelado como Dios Hijo, igual al Padre y Dador del Espíritu Santo; los
musulmanes rechazan la Santísima Trinidad y la consideran una blasfemia contra
Dios y es la causa principal por la cual declaran al catolicismo la yihad o
guerra santa, al considerarnos blasfemos e infieles contra Alá, el falso dios
musulmán; los protestantes no creen en la Trinidad Católica, porque no creen
que Jesús de Nazareth sea el Logos Eterno del Padre, encarnado por nuestra
salvación, muerto en cruz para redimirnos y resucitado para ascender a los
cielos y enviarnos, junto al Padre, a
Dios Espíritu Santo.
No da lo mismo creer que Dios es Uno y Trino a no creerlo, porque
quien lo cree, como la Iglesia Católica, cree que Cristo es Dios, que se
encarnó en el seno virgen de María, que padeció la Pasión bajo Poncio Pilato,
que murió, fue sepultado y resucitó y continúa y prolonga su Encarnación en la
Eucaristía, desde donde nos envía a Dios Espíritu Santo en cada comunión,
convirtiendo al alma y a la comunión sacramental hecha en gracia, con fe y con
amor, en un pequeño Pentecostés personal.
“Al verlo, se postraron delante de Él (…) Jesús les dijo: “Yo
he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los
pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y
yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo”. Postrémonos en adoración
ante el Dios Trinitario, Jesús Eucaristía, el Dios del sagrario, el Dios de la
Eucaristía, el Dios de la Iglesia Católica, y vayamos a anunciar al mundo esta
Alegre Noticia: Dios es Uno y Trino y se ha encarnado en la Persona del Hijo y
está vivo y glorioso en la Eucaristía, con nosotros, hasta el fin del mundo.
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