(Domingo XIX - TO - Ciclo C – 2022)
“Estad
preparados para la Segunda Venida” (cfr. Lc
12, 32-48). Para describir cómo será la Segunda Venida del Hijo del hombre en
la gloria, para juzgar al mundo, Jesús utiliza la imagen de un dueño de casa
que parte para una fiesta de bodas y que regresará ya bien entrada la noche,
por la madrugada, sin especificar a qué hora va a regresar. Lo que es cierto es
que regresará; lo que es cierto es que regresará cuando ya sea la noche oscura;
pero lo que nadie sabe es cuándo regresará. Parte de la imagen que utiliza
Jesús es la de los servidores de este dueño de casa: puesto que su amo ha
partido dejando dicho que regresará, pero sin especificar la hora, los
servidores deben estar atentos a su llegada, es decir, no deben ponerse a
dormir, ni a comer, ni a distraerse, y mucho menos a emborracharse; deben estar
“con las túnicas ceñidas, con las lámparas encendidas y a la espera vigilante
del regreso de su señor”. Sólo así el dueño de casa, cuando regrese,
recompensará a los buenos servidores, pero a los malos servidores, a los que no
lo esperaron a su regreso, a los que se dedicaron a emborracharse, a pelear con
los demás y a dormir, a esos los castigará.
Para entender
esta imagen utilizada por Jesús, la del amo y dueño de casa y la de los servidores
buenos y malos, debemos reemplazar los elementos naturales por los
sobrenaturales.
Así, el
dueño de casa, el amo, el propietario, que parte hacia un destino desconocido
para luego regresar a altas horas de la madrugada, es Jesús, quien en cuanto
Dios, es Rey de reyes y Señor de señores, es el Dueño y el Amo de todo el
universo, visible e invisible; el viaje que emprende es su Pasión, Muerte, Resurrección
y Ascensión al cielo, es decir, su misterio pascual salvífico de Muerte y
Resurrección; su regreso es su Segunda Venida en la gloria; la hora de la noche
en la que regresa, representa a un momento particular de la historia humana, en
la que los hombres estarán envueltos en las tinieblas espirituales más
profundas y oscuras que jamás haya conocido el hombre; la noche representa el
dominio sobre la humanidad del Demonio y del Anticristo, profetizado en el
Catecismo de la Iglesia Católica: “Antes de la Segunda Venida del Señor,
reinará el Anticristo, quien será seguido por las multitudes, al precio de la
apostasía de la Verdad”; las tinieblas cósmicas de la noche representan las
tinieblas de los católicos que se dejarán engañar por el Falso Profeta, por el
Dragón y por el Anticristo, la tríada infernal que gobernará a la humanidad con
mano de hierro hasta la llegada triunfal de Cristo; los servidores buenos, los
que esperan el regreso de su señor, representan a los católicos que viven su fe
y la practican, aun cuando son conscientes de sus debilidades, de sus errores,
de sus pecados: la túnica ceñida significa trabajo y en este caso, es el
católico que trabaja para la Iglesia Católica, para que sus hermanos salven sus
almas por medio de la gracia que conceden los sacramentos; la vela encendida
significa la luz de la fe y de la gracia de Cristo, que ilumina las mentes y
los corazones de los que aman al Señor Jesucristo y por lo tanto, iluminados de
esa manera, no son engañados ni por el falso ecumenismo, ni por las herejías,
ni por las falsas enseñanzas del Falso Profeta, puesto que son iluminados por
la luz del Espíritu Santo, Espíritu de ciencia y de sabiduría divina; los malos
servidores son los católicos que literalmente están dormidos en su fe, que no
creen, ni esperan, ni aman ni adoran a Jesús en la Eucaristía y que no creen y
tampoco les importa, que Jesús haya venido por Primera Vez para ofrendar su
vida por el rescate de la humanidad y tampoco les importa que ha de regresar
por Segunda Vez en la gloria, para juzgar a la humanidad en su totalidad,
concediendo a los buenos el Reino de Dios y a los malos el Reino de las
tinieblas, el Infierno eterno.
“Estad
preparados para la Segunda Venida”. Como dice Santa Teresa de Ávila, es hora de
despertar y no de dormir, espiritualmente hablando, porque el Amor no es amado
y porque cada día que pasa, está más cerca la Segunda Venida en la gloria del
Señor Jesús, pero también está más cerca el reinado de horror y tinieblas del
Anticristo. Solo el que esté con la túnica ceñida, con las velas encendidas y
en espera atenta y vigilante a la Llegada del Señor Jesús, podrá soportar la
dictadura del Anticristo, para luego recibir como premio inmerecido el Reino
eterno de la Santísima Trinidad.
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