“¿Está permitido curar en sábado o no?” (cfr. Lc 14, 1-6). Jesús realiza un milagro en día sábado, sabiendo que los judíos consideraban a su acción como una transgresión a la ley, que prohibía realizar tareas en ese día.
Es decir, Jesús realiza de forma deliberada este milagro, aún cuando sabe que los judíos lo iban a acusar de faltar a la ley.
Lo que Jesús quiere hacerles ver, es que una obra de caridad y de misericordia, más que constituir una transgresión del sábado, era en realidad el cumplimiento perfecto de la ley[1].
Los judíos pensaban que bastaba cumplir con la ley, sin importar la misericordia y la compasión para con el prójimo, y Jesús obra este milagro en sábado para romper con esta mentalidad farisaica, que se apega a la letra de la ley y no al espíritu de la ley.
A los católicos puede pasarnos lo mismo que a los judíos: podemos pensar que basta con la piedad, con las oraciones, con el cumplimiento de un rito o de una prescripción, pero si nos olvidamos de la caridad, de la misericordia y de la compasión, no nos damos cuenta que la piedad sin misericordia es máscara religiosa, hueca, superficial.
La piedad sin caridad deforma al catolicismo, convirtiéndolo en una falsedad y en una hipocresía.
Sólo la luz que proviene de Jesús Sacramentado puede hacernos ver que piedad sin caridad es falsedad.
[1] Cfr. B. Orchard et al., Verbum Dei. Comentario a la Sagrada Escritura, Tomo III, Editorial Herder, Barcelona 1957, 618.
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