“Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida!” (cfr. Lc 10, 13-16). “Si en Tiro y Sidón hubiera hecho los milagros que hice en ustedes, hace rato se habrían convertido”. Jesús se lamenta de las ciudades hebreas, mientras que, indirectamente, alaba a las ciudades paganas de Tiro y Sidón. El motivo del lamento es la dureza del corazón de estas ciudades, que no quieren convertirse, a pesar de haber recibido la visita de Dios Hijo en Persona, y a pesar de haber sido destinataria de milagros asombrosos.
Por el contrario, si en las ciudades paganas de Tiro y Sidón hubiera hecho esos milagros, ya se habrían convertido y habrían hecho penitencia.
Análogamente a las ciudades hebreas, Jesús puede decir lo mismo a cada uno de los bautizados, pues estos han recibido grandes dones, prodigios, signos y milagros: la filiación divina con el bautismo; el Ser divino auto-donado en cada comunión; el Espíritu Santo en Persona en
Por esto mismo, Jesús puede decir a los miembros de su Iglesia, representados en las ciudades hebreas: “Si en los paganos hubiera hecho los milagros que hice en ti, hace rato se habrían convertido, habrían hecho penitencia, ayunos, mortificación; habrían buscado vivir el único mandamiento que es necesario cumplir para llegar al cielo, el amor a Dios y al prójimo, y por eso habrían perdonado a sus enemigos, auxiliado al prójimo, y vivido en la caridad, en la paciencia, en el amor y en la compasión. Pero estos paganos recibirán mejor suerte que tú, que a pesar de la comunión diaria, no quieres convertirte”.
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