“Un propietario salió muy de madrugada a contratar obreros para su
viña”. ¿Cuál es el significado de la parábola? ¿Por qué Jesús usa la imagen de
la vid? ¿Qué significa ir a trabajar en esa vid?
En la parábola del Reino, el viñador es Jesús, la viña es la Iglesia , los obreros que
van a trabajar en la viña son los que han sido bautizados y han recibido la
gracia de la conversión, y por lo tanto, quienes han recibido la gracia de la
filiación divina y la posibilidad de la salvación; la paga que reciben los
obreros, los que trabajan en la iglesia, es la vida eterna. Los obreros que
empiezan a trabajar desde temprano, son los que han recibido el bautismo desde
el nacimiento; los que empiezan a trabajar más tarde, son los que reciben el
bautismo ya de más grandes, e incluso otros, recién al final de la vida. La particularidad
es que todos, independientemente del momento en que empiecen a trabajar, es
decir, independientemente del momento en que reciban el bautismo y la
conversión, todos reciben la misma paga: la vida eterna. El Viñador paga a los
obreros con un mismo salario, que es el fruto de la vid: el vino de la Alianza Nueva y
Eterna, que es su propia sangre derramada en la cruz, que comunica la vida
eterna.
El significado de la parábola es hacer ver la enormidad de la
misericordia de Dios, que quiere que todos se salven; es hacer ver la
inmensidad del Corazón Misericordioso del Hombre-Dios, que a todos llama, a
todos quiere en su Reino. A todos llama a trabajar en su viña, antes o después,
y a todos paga con la misma moneda: con el don de la vida eterna, con la gracia
de la donación de su vida divina y eterna de Hijo de Dios.
El hecho de que Jesús use la imagen de la vid, se explica porque la vid
tiene un significado bíblico y por las relaciones religiosas e históricas de su
imagen[1]:
Israel era la vid plantada por Yahvé, de modo que los interlocutores de Jesús
sabían el significado religioso de esa imagen. Pero también para nosotros la
imagen de la vid tiene un significado: Jesús mismo se aplica la figura de la
vid: “Yo soy la Vid
verdadera”. Es la vid a la cual se le injertan los sarmientos: “Vosotros –los
bautizados- sois los sarmientos”. La
Iglesia es entonces la vid celestial: es la congregación del
linaje humano que ha sido incorporado a Dios mediante la unión personal del
Hijo de Dios con la naturaleza humana[2].
Integran la vid celestial, la iglesia, quienes han sido incorporados a la Vid que es Jesucristo. Es por
eso que trabajar en la vid quiere decir trabajar en su iglesia: Jesús llama a
trabajar no en el mundo, sino en la Iglesia. Es un llamado a hacer la misión dentro
de la misma iglesia, con los bautizados. Jesús llama a trabajar a los viñadores
a la vid celestial, y la vid celestial es la iglesia, es decir, la congregación
de los que han sido convertidos, por el Espíritu de Dios, en hijos de Dios.
Jesús llama a los viñadores a trabajar en su iglesia, pero, ¿de qué tipo
de trabajo se trata? ¿De un trabajo material, al estilo de los realizados en el
mundo? Otra pregunta que surge de la parábola es acerca de la actitud del
primer grupo, el grupo que comenzó primero, el cual hace un reclamo exasperado
al dueño de la vid, ya que ha dado el mismo pago a quienes han comenzado a
trabajar después. ¿Cuál es el motivo del enojo? Sabemos que el motivo de la
paga igual a todos los obreres, es la misericordia infinita de Dios, pero ¿cuál
es el motivo del enojo de los que empezaron a trabajar en la madrugada?
Con respecto al trabajo, sí, se trata de un trabajo material, pero el
trabajo de los viñadores de la vid que es la iglesia, no es al estilo del
trabajo que se realiza con un patrón o un dueño terreno, no es al estilo de las
multinacionales. El trabajo del obrero que trabaja en la vid celestial que es
la iglesia, debe tener la caracaterística de estar animado por el Espíritu de
Dios, que es un espíritu de amor y de caridad. Jesús llama a trabajar en su
viña, pero no de cualquier manera, y no de una manera humana, sino divina,
sobrenatural, una manera de obrar que es guiada por el mismo Espíritu de Dios.
Esto se ve en la reacción airada de quienes estaban ya trabajando desde el
inicio: si hubieran hecho su trabajo movidos por el Amor de Dios, nunca se
hubieran quejado de que sus hermanos reciban también la vida eterna.
Jesús llama por su Espíritu, para que el alma trabaje movida por su
Espíritu. Si no lo hace así, si no trabaja en la vida movida por el Amor de
Dios, en vano se esfuerza el obrero. El trabajo que deben hacer los obreros
llamados por Jesús, son las obras de caridad: Jesús llama a obrar las obras de
la caridad, las obras del Amor de Dios. “Ama a Dios por sobre todas las cosas,
y al prójimo como a ti mismo”: por no haber entendido este mandato del amor,
los que fueron llamados primeros se quejan de que los últimos fueron también
recibidos en el Reino. Si hubieran comprendido que el trabajo en la Iglesia se funda en el
Espíritu del Amor de Dios, nunca se hubieran quejado –al contrario, deberían
haberse alegrado-, de que sus hermanos recibieran la vida eterna. Cuando Jesús
llama a trabajar en su viña, no cuenta, ante sus ojos, los ojos de Dios, la cuantía
del trabajo, o las cualidades intelectuales de los obreros: cuenta el Amor a
Dios y al prójimo, cuenta el dejarse guiar y conducir por el Espíritu de Dios,
espíritu de amor, de caridad, de compasión, de misericordia, de verdad y de
paz. Cuenta más un plato de verduras, hecho por amor a Dios y al prójimo,
guiado por su Amor[3], que cientos de obras
hechas por egoísmo o por auto-complacencia, como lo demuestran los que se
quejan al ver que también otros son admitidos a la vida eterna.
Los que se enojaron porque sus hermanos recibieron la vida eterna, fue
porque trabajaron por deber, por el solo hecho de tener que hacerlo, sin un
motivo más alto, pero no es así como Dios Trino nos llama a su iglesia: Dios
nos llama a su iglesia para que obremos en ella movidos por su Amor y por amor
a Él: amar a Dios quiere decir conocerlo y quererlo con amor puro, no
simplemente por temor al castigo. Quien tiene la gracia de amar a Dios, al
amarlo, experimenta alegría, y así, movido por su amor y su alegría, obra por
amor, y no por deber. Dios Hijo, la Segunda Persona de la Trinidad , ha muerto en la
cruz con sufrimiento infinito, para comunicarnos de su Espíritu, con el cual
nos llama a trabajar en su viña, por amor a Dios y al prójimo.
Y para que tengamos fuerzas sobrenaturales para trabajar en su viña, para
que no nos venza el desánimo y el espíritu del mundo, para que “sobrellevemos
el peso de la jornada y el calor agobiante del sol”, para que trabajemos en su
viña no de cualquier manera, sino por amor, nos da como alimento el Pan de Vida
eterna, que es su Cuerpo y su Sangre, y nos da a beber el mismo fruto de la
vid, el vino, un vino exquisito, que es su Sangre, y con este Pan que es su
Cuerpo y con este Vino que es su Sangre, el Divino Viñador nos comunica su
Espíritu de Amor, de Caridad, para que con ese Espíritu trabajemos en su viña,
que es su Iglesia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario