“¿Por
qué tienen miedo, hombres de poca fe?” (Mt
8, 23-27). Mientras Jesús duerme en la barca, se desata una fuerte tormenta,
que amenaza con hundir la nave, puesto que las olas, encrespadas por el viento,
eran tan grandes que “cubrían la barca”. Los discípulos, llenos de temor,
acuden a despertar a Jesús, quien luego de hacerles notar su miedo y su poca fe
–“¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?”-, calma la tormenta con la sola
orden de su voz. El episodio finaliza con la admiración de los discípulos, ante
el poder demostrado por Jesús frente a las fuerzas de la naturaleza.
El
episodio es representativo de realidades sobrenaturales: la barca es la
Iglesia, Pedro y los discípulos, son el Papa y los bautizados; el mar es el
mundo y la historia humana; el viento impetuoso que encrespa el mar y amenaza con
hundir a la barca, representan al pecado y al demonio, que como poderosas
fuerzas que superan al hombre, se aúnan para lograr su destrucción y muerte;
concretamente, la tormenta sobre la barca, representa el obrar maligno del
ángel caído y de todas las fuerzas del infierno sobre la Iglesia, buscando su
destrucción; a su vez, Jesús dormido en la barca significa el obrar divino que
muchas veces, a los hombres, nos resulta incomprensible, como les podía
resultar incomprensible a los discípulos que Jesús duerma mientras la barca
parece a punto de hundirse; el acudir de los discípulos a despertar a Jesús,
representa a su vez la oración de la Iglesia en tiempos de tribulación y de
persecución del mundo, oración dirigida a Dios, pidiendo su protección. Es este
aspecto –el de la oración en tiempos de tribulación y persecución, en donde
todo parece humanamente perdido- el que está significado en las palabras de
Jesús, haciéndoles ver su poca fe. En efecto, Jesús no les reprocha su falta de
pericia humana para hacer frente a la tempestad –se supone que son pescadores y
por lo tanto, expertos marinos-, ni tampoco es la primera vez que deben
enfrentar a una tormenta de estas características: Jesús les reprocha no falta
de pericia en sus menesteres, sino “falta de fe”: “¿Por qué tienen miedo
hombres de poca fe?”. En la pregunta de Jesús, hay una referencia a la fe, fe
en su condición y poder de Hombre-Dios, fe en Él, que en cuanto Dios Hijo
encarnado, es Dios Creador, Redentor y Santificador, y por eso tiene poder no solo
sobre las fuerzas de la naturaleza, sino sobre las fuerzas destructoras que se
abaten sobre el hombre sin compasión, las fuerzas del pecado y las del ángel
caído, Satanás. Al preguntarles sobre su poca fe, Jesús les está haciendo ver,
implícitamente, que todo está bajo su control: “¿Por qué tienen miedo, hombres
de poca fe, si Yo Soy Dios, y como Dios, soy omnipotente, y con mi omnipotencia
divina puedo derrotar definitivamente al pecado y al demonio?”. A su vez, los
discípulos confirman que el trasfondo verdadero es sobrenatural, porque no
tienen temor del viento y de las olas, sino de la tremenda fuerza del mal,
objetivada en el demonio y en el pecado, fuerza destructiva y maligna cuya
potencia la experimentan en carne propia, puesto que más que temor al
naufragio, experimentan la posibilidad real de la eterna condenación, al
enfrentarse con una energía maligna, la voluntad del demonio, que busca
perderlos para siempre.
“¿Por
qué tienen miedo, hombres de poca fe?”. La pregunta la dirige el Hombre-Dios, a
toda la Iglesia, a todo bautizado, que atraviesa por un período de tribulación,
de angustia, de persecución por parte de los poderes mundanos y de las fuerzas
del infierno. Cuando esto suceda, cuando las olas parezcan tan grandes que
amenacen hundir a la Barca de Pedro, debemos alejar el miedo de nosotros y
aumentar nuestra fe en las palabras de Jesús: “Las puertas del infierno no
prevalecerán contra mi Iglesia”.
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