“Los últimos serán los primeros y los primeros los
últimos” (Mt 20, 1-16ª). En esta parábola Jesús retrata cómo será la recompensa
dada por Él mismo a las almas en el Día del Juicio Final y veamos la razón: se
trata del propietario de una viña que sale a contratar jornaleros en distintas horas
del día y a todos les promete una misma paga: un denario por jornada. Así,
contrata a unos por la mañana, a media mañana, al mediodía y a otros por la
tarde. Llegado el fin del día, el dueño llama a sus jornaleros para que reciban
el pago convenido con todos, un denario. Le dice a su capataz que llame a los
jornaleros pero con una aclaración: que empiece por los últimos y el capataz así
lo hace. Cuando llegan los últimos, se enfadan con el dueño de la viña, porque
pensaban que, siendo los primeros y habiendo aguantado el peso de la jornada trabajando
todo el día, habrían de recibir más. Sin embargo, el dueño de la viña le dice
que no ha cometido ninguna injusticia, puesto que el trato convenido con ellos
y con todos, independientemente de la hora en la que fueron contratados, era el
mismo, un denario.
¿Cómo podríamos entender esta parábola? Reemplazando
los elementos naturales por los sobrenaturales: el dueño de la viña es Nuestro
Señor Jesucristo; la viña es la Iglesia; el denario prometido por trabajar en
la viña, es la vida eterna en el Reino de los cielos; los capataces son los
ángeles, encabezados por San Miguel Arcángel; los jornaleros contratados al
comenzar el día son los bautizados que recibieron la gracia de la conversión
muy temprano en sus vidas y así con el resto de los jornaleros, finalizando con
los últimos, los hombres que recibieron la conversión al final de sus vidas, al
final de sus días: para todos, la paga es la misma, el Reino de los cielos.
Es por esto que el dueño de la viña, es decir, Jesús,
no comete ninguna falta, puesto que el premio prometido para todos en la
Iglesia, independientemente de la hora o del momento de la vida en que el alma
se convierta a Él, el premio es siempre el mismo, la vida eterna en el Reino de
los cielos.
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