“Hipócritas, interpretan el tiempo climatológico pero
no el signo de los tiempos” (Lc 12, 54-59). Jesús califica muy duramente
a sus discípulos por el hecho de que, sabiendo interpretar el clima
atmosférico, es decir, sabiendo, por el aspecto de las nubes o por el tipo de
viento que corre, si va a llover o no, si hará calor o no, sin embargo, guardan
silencio en cuanto a discernir “el signo de los tiempos”.
Para comprender un poco mejor la actitud de Jesús,
podríamos recordar que se entiende como “signo de los tiempos” al estado
espiritual y moral de la sociedad y de la historia en un momento determinado
del tiempo.
Ahora bien, este duro reproche y calificativo que da
Jesús a sus discípulos en ese tiempo, nos llega también a nosotros, puesto que
somos también discípulos de Jesús. Entonces, también Jesús nos puede decir: “Hipócritas,
interpretan el tiempo climatológico pero no el signo de los tiempos”. Y con
mucha mayor razón todavía, puesto que los sistemas de medición y de pronóstico
del tiempo climatológico están muy avanzados por un lado y por otro, están a
disposición de cualquiera en cualquier momento, lo único que hace falta es tener
la aplicación o programa adecuado y se el registro de las temperaturas, el
viento, la lluvia o el sol, en el espacio de horas, de días o incluso de meses.
Entonces, en nuestros días, como en los de Jesús, nadie puede decir: “No sé qué
tiempo va a hacer hoy”, porque con la precisión de los métodos de medida por
satélite, el estado del clima en cualquier parte del mundo está al alcance de
cualquier persona.
Entonces, si sabemos discernir el tiempo climatológico,
entonces es que también sabemos discernir el “signo de los tiempos”. ¿Y cuál es
el signo de los tiempos para nuestro tiempo? Podríamos decir que no es solo
uno, sino varios: el relativismo, el materialismo, la apostasía, el renegar de
fe católica recibida en el bautismo, el desconocimiento y el rechazo de los
sacramentos, sobre todo la confesión y la Eucaristía, el preferir lo natural, aunque
sea pecado, como el concubinato, antes que lo santo, como el matrimonio
sacramental, la destrucción de la familia diseñada por Dios -esposo-varón, esposa-mujer
e hijos- y la sustitución de decenas o cientos de familias alternativas o
ensambladas, hechas todas según el gusto del hombre y no el designio de Dios, el
rechazo del Amor de Dios expresado en el don de su Sagrado Corazón en cada
Eucaristía, prefiriendo dejar al Hombre-Dios Jesucristo plantado en el altar,
para ir a realizar literalmente cualquier tipo de actividad que se desee, y así
se podría seguir hasta el infinito.
“Hipócritas, interpretan el tiempo climatológico pero
no el signo de los tiempos”. Prestemos atención a las advertencias de Jesús, porque
estamos a tiempo de cambiar nuestros corazones para convertirnos a Él, que baja
desde el cielo en cada Santa Misa, para quedarse en la Eucaristía, para que lo
recibamos por la Comunión, con el corazón purificado por la Confesión sacramental.
Prestemos atención a las palabras de Jesús, mientras haya tiempo de hacerlo.
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