“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que
pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial
de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad!” (Mt 23, 23-26). Jesús reprocha duramente a los escribas y fariseos,
hombres de religión, el hecho de haber olvidado la esencia de la religión,
reemplazándola por prácticas superficiales que en el fondo no son sino inventos
humanos. Les dice que hacen lo superficial –“pagan el diezmo”-, pero descuidan
lo esencial –“la justicia, la misericordia, la fidelidad”-. Es decir, de nada
vale asistir al templo y dar el diezmo como limosna, si después en la vida
cotidiana se cometen injusticias, no hay amor de misericordia y no se es fiel a
los mandamientos de la Ley de Dios. A los ojos de Dios no escapa nada de lo
profundo del hombre: el ser humano puede engañar a otros seres humanos,
aparentando ser hombres de religión, asistiendo al templo, dando el diezmo,
pero luego ser injustos e inmisericordiosos. Este tipo de religiosos y este
tipo de religión, en donde faltan lo esencial, la justicia, la misericordia y
la fidelidad, no agrada a Dios y el hombre que esto hace se engaña a sí mismo
pensando que agrada a Dios. Luego Jesús les dice que “Hay que practicar esto,
sin descuidar aquello”, es decir, hay que acudir al templo, hay que dar el
diezmo, pero si se es hombre de religión no se debe descuidar nunca lo que es
la esencia de la religión, la justicia, la misericordia, la compasión, la
piedad, la fidelidad a la Ley de Dios. Después Jesús da otro ejemplo de cómo
actúan estos hombres frente a Dios: “¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y
se tragan el camello!”. Como hombres religiosos, son guías ciegos, porque no
saben qué es la religión; han confundido la religión con la práctica de cosas
superficiales, mientras que descuidan la esencia de lo que es ser religiosos. Es
como el que cuela el mosquito, pero come la carne de camello, que estaba
prohibido hacer[1].
Por último, Jesús vuelve a lamentarse de los escribas
y fariseos: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por
fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y
desenfreno!
¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera”. Los compara con copas y platos limpios por fuera –la apariencia exterior de ser hombres buenos-, mientras que por dentro están llenos de “codicia y desenfreno”, es decir, en su interior son falsos e hipócritas. Jesús les aconseja que “limpien el interior”, es decir, vuelvan a la práctica de la caridad, de la compasión, de la piedad, de la justicia, y así serán verdaderos hombres de religión.
¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera”. Los compara con copas y platos limpios por fuera –la apariencia exterior de ser hombres buenos-, mientras que por dentro están llenos de “codicia y desenfreno”, es decir, en su interior son falsos e hipócritas. Jesús les aconseja que “limpien el interior”, es decir, vuelvan a la práctica de la caridad, de la compasión, de la piedad, de la justicia, y así serán verdaderos hombres de religión.
“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que
pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial
de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad!”. El reproche de Jesús
no se limita a solo los escribas y fariseos: también nos cabe a nosotros si
aparentamos por fuera aparentamos ser hombres religiosos, pero por dentro somos
malvados, habladores y faltos de caridad y compasión y caridad para con el
prójimo.
[1] En la época de Jesús “(…) se podían solamente comer animales limpios
que incluían vacas, ovejas, cabras, algunas aves y peces. En contraposición a
los que se llamaban animales sucios, que eran prohibidos, que incluían los
cerdos, los camellos, aves de rapiña, mariscos, reptiles”; cfr. https://forosdelavirgen.org/120635/comida-jesus/
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