“El Reino de los cielos a diez doncellas que tomaron
sus lámparas y salieron a esperar al esposo” (Mt 25, 1-13). Jesús compara al Reino
de los cielos con las jóvenes que conforman un cortejo nupcial. En esta
parábola, las jóvenes sensatas o sabias, que al momento de la llegada del
esposo tienen sus lámparas con aceite, significan las almas que, al momento de
la muerte, cuando viene Cristo a su encuentro para llevar a cabo el Juicio
Particular, tienen sus almas encendidas con la luz de la fe y llenas del aceite
de la gracia. Estas almas entrarán con el Esposo, Cristo Jesús, al Reino de los
cielos. Las jóvenes necias, en tanto, que tienen sus lámparas vacías al momento
de la llegada del esposo, significa a las almas que, en el momento de la
muerte, no tienen en sí el aceite de la gracia ni la luz de la fe, por lo que
son incapaces de entrar en el Reino de los cielos.
“El reino de los cielos a diez doncellas que tomaron
sus lámparas y salieron a esperar al esposo”. La parábola nos enseña que
debemos estar atentos y vigilantes para la llegada del Esposo de las almas,
Cristo Jesús, y para eso debemos tener la luz de la fe y el aceite de la gracia
santificante, para poder ingresar en el Reino de los cielos. Nos enseña que
debemos estar también siempre en estado de gracia, porque “nadie sabe ni el día
ni la hora” en que seremos llamados al Juicio Particular.
No hay comentarios:
Publicar un comentario