(Domingo XXI - TO - Ciclo C – 2019)
“Esforzaos en entrar por la puerta estrecha” (Lc 13,
22-30). Al final de nuestra vida terrena, nos encontraremos con dos puertas:
una puerta ancha y una puerta estrecha. La puerta ancha es la que lleva al
Infierno; la puerta estrecha es la que lleva al Cielo, por eso es que Jesús nos
recomienda que “nos esforcemos” por “entrar por la puerta estrecha”, porque es
difícil entrar por esta puerta. Para saber qué nos quiere decir Jesús, debemos
escuchar lo que Él dice: “Muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo
de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la
puerta diciendo: Señor, ábrenos; pero él os dirá: “No sé quiénes sois”.
Entonces comenzaréis a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado
en nuestras plazas”. Pero él os dirá: “No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos
los que obráis la iniquidad”. Aquí se está refiriendo claramente a miembros de
la Iglesia, porque se trata de gente que sabe que por la puerta estrecha se entra
en los cielos y por eso intentan entrar por ella: “Muchos intentarán entrar y
no podrán”. Que sean miembros de la Iglesia muchos de los que no entrarán, se
sigue de lo siguiente, cuando los que queden afuera le digan: “Señor, hemos
comido y bebido contigo” y esto hace clara referencia a la Santa Misa, en donde
comemos y bebemos el Cuerpo y la Sangre del Señor: muchos de los que hoy
participan de la Misa, mañana querrán entrar en el Cielo, pero no podrán
hacerlo. Luego le dirán también: “Tú has enseñado en nuestras plazas”, quiere
decir que se trata de gente que ha escuchado el Evangelio, las enseñanzas de
Jesús, pero no las han llevado a cabo. Se trata de cristianos que acuden a la
Iglesia, pero que no obran la misericordia para con el prójimo más necesitado,
que es donde está Jesús misteriosamente Presente. Porque no se acercan al
prójimo necesitado y porque no cumplen sus mandamientos, es que Jesús les dirá:
“No sé de dónde sois”. Es decir, Jesús desconocerá, en el Último Día, a
aquellos cristianos que fueron incapaces de obrar la misericordia, a pesar de
saber que lo debían hacer. Y luego agrega: “Alejaos de Mí, todos los que obráis
la iniquidad”. Esto se debe a que quien no hace el bien y lo omite, obra el mal
por omisión, porque no hay posición intermedia: o estamos en gracia y obramos
la misericordia, o estamos en pecado y obramos el mal. Jesús desconocerá y
apartará de Sí a quienes obren el mal.
“Esforzaos en entrar por la puerta estrecha”. La
puerta estrecha es la Cruz de Jesús; la puerta ancha es el mundo y sus
criterios. Un cristiano debe vivir según los criterios de la Cruz de Jesús –por
ejemplo, vivir los Mandamientos, anteponer las palabras de Jesús a sus propios
pensamientos, como “perdona setenta veces siete”, “ama a tus enemigos”, “bendice
a los que te maldicen”- y no según los criterios del mundo, si es que quiere entrar
en el Reino de los cielos por la puerta estrecha.
Hay que esforzarse y tener una determinación consciente en no pecar, y cuando nos vamos dando cuenta de nuestras faltas ir al sacramento de la confesión. Es vital estar al tanto de no pecar, esto hace y nos ayuda a tener presente siempre a Jesús, también es importantísimo estar con atención a la Virgen María.
ResponderEliminarEs que si no es así la Misa poco te hace.
Jaime
experienciasdelsagrario.blogspot.com