(Ciclo
A – 2020)
“Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí
mismo, tome su cruz cada día y me siga” (Lc
9, 22-25). Jesús está hablando no a sus discípulos, sino a sus potenciales
discípulos, a sus potenciales seguidores y les dice cuáles son las condiciones
para seguirlo, para ser su discípulo. Ante todo, dice: “Si alguno quiere venir
en pos de Mí”, es decir, seguir a Jesús o no seguirlo, según sus propias
palabras, depende de la libertad de cada uno, ya que Jesús no dice
imperativamente: “Síganme”, sino: “Si alguno quiere”, es decir, lo deja al
libre arbitrio de cada uno. Ser o no ser discípulos de Jesús no es algo
impuesto, sino algo libre; del mismo modo que seguir a Jesús es algo libre,
también entrar en el cielo es algo libre, porque nadie entrará en el cielo en
contra de su propia voluntad.
Luego dice: “en pos de Mí”: el cristiano sigue a Cristo, no
sigue ni a un famoso de televisión, ni a un artista de cine, ni a un cantante
de moda: el cristiano sigue a Cristo y Cristo es Dios y seguir a Dios tiene sus
exigencias. Aunque parezca una banalidad aclararlo, es necesario, porque algunos
siguen a Cristo, pero a su modo, o siguen a un cristo que se han inventado a sí
mismos, o dicen seguir a Cristo, pero en realidad siguen a otros. Quien sigue a
Cristo, entonces, sigue a Dios, que está encarnado en Cristo Jesús y debe
cumplir con las exigencias de vida que este seguimiento implica.
Para quien se ha decidido libremente a seguirlo y a seguirlo
como Dios Hijo encarnado, Jesús da las condiciones que implica este
seguimiento: “que se niegue a sí mismo” y luego “que tome su cruz de cada día”
y recién emprenda el seguimiento: “y me siga”.
“Que se niegue a sí mismo”. ¿Qué significa “negarse a sí
mismo”? Significa negarnos en nuestras pasiones, en nuestro hombre viejo, en
nuestras concupiscencias, todo consecuencia del pecado original. El que sigue a
Cristo lo hace no como hombre viejo, cargado de pecado, de pasiones y de
concupiscencias, sino como el hombre nuevo, el hombre redimido por la gracia,
el hombre vivificado por la Sangre del Cordero de Dios. Esto implica, entre
otras cosas, vivir cada día en la Ley de Dios, según sus Mandamientos y no
según nuestro propio yo.
Por último, ¿qué significa “tomar la cruz de cada día”?
Significa que vivir en gracia, evitar el pecado, rechazar las tentaciones,
vivir según los Mandamientos de la Ley de Dios, recibir los sacramentos, hacer
oración y obras de caridad, no es para una sola vez, sino para siempre, para
cada segundo, para cada hora, para cada día, para todos los días, hasta el día
en que tengamos que partir de esta vida para alcanzar la vida eterna. Esto es
lo que significa “tomar la cruz de cada día”. No se es cristiano sólo el
Domingo, sino los siete días de la semana, y todos los días del año.
“Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí
mismo, tome su cruz cada día y me siga”. No somos cristianos por el hecho de
haber sido bautizados solamente: además del bautismo, ser cristianos implica
seguir a Cristo Dios cargando la cruz de cada día y negándonos a nosotros
mismos. La Cuaresma es el tiempo de gracia que Dios nos concede para que lo
hagamos.
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