(Ciclo
A – 2020)
“Los amigos del Esposo ayunarán cuando les sea quitado el
Esposo” (cfr. Mt 9, 14-15). Los discípulos
de Juan el Bautista se acercan a Jesús y le preguntan cuál es la razón por la
cual sus discípulos no ayunan, como sí lo hacen en cambio ellos y los fariseos. Jesús
contesta con una respuesta enigmática: “¿Es que pueden guardar luto los amigos
del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les
arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán”. Es decir, Jesús les dice que,
mientras sus discípulos estén con el esposo, no harán ayuno; en cambio sí lo
harán, cuando el esposo les sea quitado. Para entender la respuesta de Jesús,
hay que comprender a qué se refiere Jesús cuando dice “esposo” y es a Él mismo:
en efecto, Jesús es el Esposo de la Iglesia Esposa lo cual quiere decir que
cuando Jesús dice “esposo”, se está refiriendo a Él mismo. Es de este modo
entonces que se entiende la respuesta de Jesús: antes de que el Esposo-Jesús
sufra la Pasión, los discípulos suyos no harán ayuno, porque están con el
Esposo; cuando el Esposo-Jesús les sea quitado por la Pasión y Muerte en Cruz,
entonces sí harán ayuno. Éste es el sentido de la respuesta de Jesús.
Y si bien Jesús ha resucitado y está glorioso y resucitado
en la Eucaristía y por eso podemos decir que el Esposo está con nosotros, la
Iglesia ha establecido que el ayuno sea una forma de oración válida para
alcanzar las gracias de Dios que necesitamos. La Cuaresma es el tiempo más
propicio para el ayuno –ayuno sobre todo de obras malas, pero ayuno también de
alimentos, un día determinado y según las posibilidades de cada persona-,
porque es el tiempo litúrgico que más nos acerca a la Pasión de Nuestro Señor
Jesucristo, el tiempo en el que el Esposo de la Iglesia Esposa es quitado por
la muerte en Cruz.
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