“¿Todavía
no comprenden?” (Mc 8, 14-21). Mientras
están con Jesús en la barca, los discípulos se dan cuenta de que han llevado un
solo pan, lo cual es insuficiente para todos y cuando Jesús les dice que se
cuiden de levadura de fariseos y de la Herodes, piensan que Jesús les dice eso
porque no han llevado pan. Esto lleva a una reacción de Jesús, en la que les
reprocha el hecho de que no entienden ni sus palabras ni sus milagros y para
esto Jesús trae a la memoria el milagro de la multiplicación de panes; cuando
termina de recordárselos, les dice: “¿Y no acabáis de entender?”. ¿Qué es lo
que les reprocha Jesús? Como dijimos, que sus discípulos no entienden ni sus
palabras, ni sus acciones. No entienden sus palabras, porque cuando se refiere
a que se cuiden de la levadura de los fariseos y de Herodes, no lo hace porque
ellos se olvidaron el pan, sino que les está significando que se cuiden de la
soberbia que hay en los corazones de los fariseos y en Herodes, simbolizada en
la levadura; cuando trae a colación el milagro de la multiplicación de los
panes, es para que ellos tomen conciencia de que “no sólo de pan vive el hombre”
y que más que alimentarse con el pan terreno, el discípulo de Jesús tiene
necesidad de alimentarse con el Pan de la Palabra de Dios, que sale de su boca;
además, es para recordarles que Él es el “Pan Vivo bajado del cielo” y por eso
necesitan alimentarse de Él, que es la Palabra de Dios encarnada, más que del
pan terrenal.
“¿Todavía
no comprenden?”. Muchos cristianos son como los discípulos: viven enfrascados
en preocupaciones terrenas y se dicen cristianos, pero todavía no comprenden que
el verdadero alimento es Jesús, la Palabra de Dios encarnada en la Sagrada Eucaristía.
La
pregunta va dirigida también a nosotros: ¿todavía no comprendemos que el
alimento del alma es el Pan de Vida eterna, Jesús Eucaristía?
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