(Domingo
VI - TO - Ciclo A – 2020)
“Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no
entraréis en el Reino de los cielos” (Mt
5, 17-37). Jesús advierte a sus discípulos que si sus vidas como cristianos no
son mejores que las vidas de los escribas y fariseos, “no entrarán en el Reino
de los cielos”. No se trata de una especie de "competencia de virtudes": la razón es que la exigencia de vivir como cristianos es mucho
más alta que la exigencia de vivir como no cristianos. A partir de Jesús, el
alma del cristiano tiene la posibilidad de acceder a la vida de la gracia,
principalmente a través de los sacramentos y esto es una novedad absoluta y
sobrenatural para la vida espiritual del hombre. A partir de Jesús, y con la posibilidad
de poseer su gracia en el alma, el hombre tiene la posibilidad de vivir una
espiritualidad que es substancialmente distinta a la de cualquier otra
religión, judaísmo incluido: por la gracia, el alma vive ya, desde esta tierra,
con la inhabitación de la Trinidad en el alma, lo cual implica el hecho de que
el alma vive ante la Presencia de Dios Uno y Trino, tal como lo hacen los
bienaventurados ángeles y santos en el cielo. En otras palabras, vivir en
gracia, es vivir anticipadamente la vida de los cielos, porque es vivir delante
de la Presencia de Dios Uno y Trino. Esto explica el hecho de que el ser
cristiano sea mucho más exigente que ser, por ejemplo, un judío del Antiguo
Testamento, como lo eran los fariseos y los escribas y explica el hecho de que
los actos de bondad y maldad no se midan ya extrínsecamente, es decir, por lo
que aparece en el exterior, sino intrínsecamente. Esto se aclara con el ejemplo
que pone Jesús: antes de Él, bastaba con no matar al prójimo, para cumplir la
Ley; ahora, quien habla mal del prójimo o aún quien simplemente piense mal de
él, comete un pecado delante de la Presencia de la Trinidad, que inhabita en el
alma y por eso el juicio es más severo que si el alma no tuviera la gracia en
ella.
“Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no
entraréis en el Reino de los cielos”. Vivamos en presencia de Dios, vivamos en
gracia en esta vida terrenal y así esta vida terrenal se convertirá en un anticipo
del Reino de los cielos.
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