“Sal de este hombre,
espíritu impuro. Después le preguntó: “Cuál es tu nombre?”. “Mi nombre es
Legión, porque somos muchos” (Mc 5,
1-20). Jesús realiza un exorcismo y expulsa a una legión de demonios que
atormentaban a un hombre, poseyendo su cuerpo. La posesión diabólica, por el
grado de sufrimiento que provoca al poseído, da una idea de lo que será el
infierno para las almas condenadas: sin hacerse visible, el demonio “aparece”,
por así decirlo, a través del rostro y las facciones del poseído, y a través de
sus actos.
El rostro de los posesos
cambia totalmente, quedando desfigurado por las muecas y contorsiones de los
músculos de la cara; sus ojos se desorbitan y adquieren una mirada de hielo,
que refleja el odio del ángel caído; su cabello queda todo revuelto y
despeinado; su voz se vuelve gutural, tétrica, como emergiendo de lugares
oscuros y subterráneos; profiere obscenidades y blasfemias; adquiere fuerza
descomunal y se vuelve agresivo y violento, buscando atacar a los que los
rodean, al tiempo que los insulta; no come, o come insectos repugnantes; habita
en lugares como cementerios, en donde todo es putrefacción y muerte.
El poseído es un aviso del
cielo para que los hombres tomen conciencia de que existe un más allá
tenebroso, un mundo de horror extremo, incomprensible e inimaginable, porque
aún así, lo que se ve a través de los poseídos es casi nada en comparación con
la realidad misma del infierno y con su condición de ser un lugar de tormento
eterno, en el que el terror, el espanto, el horror, el dolor, la pena, la
angustia, no terminan nunca. Con toda su terrible realidad, el poseso no
refleja aún todos los oscuros secretos del infierno, secretos que serán
revelados a quienes se condenen. Uno de esos secretos, que no se ven en la
posesión, es el fuego del infierno: es un fuego real, no simbólico, de
naturaleza especial, que no se apagan nunca, que quema y provoca dolor, pero
que no consume a la víctima, que arde, pero no da luz, que provoca quemaduras
terribles, que provocan dolores insoportables y continuos, pero que no provoca
la muerte[1]. Este
fuego, aunque no es experimentado por los posesos, arde continuamente en los
demonios, y es inseparable de ellos, como también es inseparable de las almas
condenadas.
Al ver la terrible realidad
del poseído, aviso o señal del horroroso mundo de las tinieblas, en donde
habita Satanás, resalta más la grandiosa obra de la salvación de Nuestro Señor
Jesucristo, que nos liberó de la tiranía del demonio, a la que estábamos
condenados indefectiblemente de no haberse Él encarnado y muerto en Cruz para
salvarnos.
Es por esto que, si el
endemoniado refleja el oscuro mundo del infierno, en donde habitan los
espíritus malignos, la liberación de los endemoniados por medio del exorcismo
pone de relieve a su vez la divinidad de Jesucristo, porque Él los expulsa en
nombre propio, y como solo Dios tiene el poder de expulsar al demonio, Él es
Dios; pone de manifiesto el triunfo de la Virgen María sobre los demonios,
porque a Ella le ha sido dado el poder de Dios, con el cual aplasta la cabeza
de la serpiente; pone de manifiesto el poder de la Iglesia , a la que se le ha
prometido que “las puertas del infierno no prevalecerán” contra ella, y esa
promesa se cumple en parte con el poder dado al sacerdote ministerial para
realizar exorcismos; pone de relieve el mérito de los santos, porque todos
ellos vencieron al demonio en nombre de Cristo.
La realidad del demonio y
del infierno no debe llevar, por lo tanto, a los cristianos, a temer, porque
Satanás, con todas sus legiones de ángeles apóstatas, han sido vencidos en la Cruz , y esa victoria se
renueva en cada Santa Misa, renovación incruenta del sacrificio de la Cruz.
Frente
a la espantosa realidad del demonio y del infierno, el cristiano no está
desamparado, porque le basta invocar los sacratísimos nombres de Jesús y de
María, para que los demonios tiemblen y huyan[2].
O MALIGNO ESTÁ NOS TENTANDO DE FORMAS DIVERSSAS.NUNCA DEVEREMOS NOS ENTREGAR AS COISA DO MUNDO. POIS A PERCEGUIÇÃO NÃO É POR CAUSA DOS HOMENS E SIMPELESMENTE PELO MALIGNO QUE NOS QUER ROUBER ,MAS QUEM TEM JESUS CRISTO NÃO DEVE TRMER POIS NOS JÁ FOMOS ESCOLHIDOS POR DEUS,REZEMOS PELOS NOSSOS,AMIGOS,FILHOS,NETOS PELA HUMANIDADE ,E POR AQUELES QUE NÃO QUEREM A SUA SALVAÇÃO.
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