(Domingo
II - TA - Ciclo C - 2018 – 2019)
“Preparad
el camino del Señor, allanad sus senderos; Y toda carne verá la salvación de
Dios” (cfr. Lc 3, 1-6). Para indicar
la próxima Llegada y aparición del Mesías sobre la tierra y siendo consciente
de que el corazón humano, contaminado por el pecado original, necesita
convertirse, es decir, despegarse de las cosas de la tierra para elevarse a las
cosas del cielo y así recibir al Mesías, Juan el Bautista predica la conversión
de los corazones y para ello, citando al Profeta Isaías, utiliza la figura de
caminos torcidos que deben ser enderezados y de colinas que deben ser abajadas
y de valles que deben ser rellenados. Cada una de estas figuras se refiere a
una realidad humana y sobrenatural. Así, por ejemplo: preparar los caminos del
Señor es disponer los corazones, por la gracia, a la penitencia y a las obras
de caridad; allanar los senderos, es abajar nuestro orgullo, postrándonos ante
Cristo crucificado y ante Jesús Eucaristía; los valles rellenados, es elevar el
alma, que se hunde en las cosas de la tierra, a las cosas del cielo; rebajar
los montes y las colinas, es rebajar nuestra soberbia y nuestra pretensión de
querer hacer todo según nuestros propios deseos, incluso dentro de la propia
iglesia -y así hay, por ejemplo, muchos que quieren cambiar desde dentro de la
Iglesia y la Misa, introduciendo elementos ajenos a la Misa, pero no van a
poder, porque pretender cambiar la Iglesia y la Misa es obra del Demonio y eso
no lo van a conseguir, porque Dios no lo va a permitir-; enderezar lo torcido,
quiere decir combatir y erradicar nuestras pasiones que, sin el auxilio de la
gracia, quedan fuera del control de la razón y se vuelven irracionales, más
cercanas a lo animal que a lo humano; convertir lo escabroso en llano es
combatir contra nuestras malas inclinaciones y buscar de adquirir virtudes, no
por las virtudes en sí mismas, sino porque las virtudes son las expresiones, a
través de la naturaleza humana, de las infinitas perfecciones del Ser divino
trinitario, lo cual quiere decir que en Adviento debemos buscar la virtud, como
forma de participar de las perfecciones del Ser divino de Dios Uno y Trino. “Y
toda carne verá la salvación de Dios” quiere decir que todo hombre que haya
recibido la gracia de la conversión y haya respondido a esta, verá la salvación
de Dios: esa salvación de Dios es el Niño Dios en su Primera Venida, en Belén;
es Cristo Eucaristía, el Cordero de Dios que viene a nosotros en la Venida
Intermedia, en el Sacramento Eucarístico, en el tiempo de la Iglesia, en esta
vida; el hombre en gracia verá la salvación de Dios cuando Cristo, el Cordero
de Dios, Venga por Segunda y definitiva vez en el Día del Juicio Final, cuando
este mundo desaparezca y dé inicio la vida eterna. Para prepararnos para este
triple encuentro con Cristo, la salvación de Dios, es que la Iglesia nos
concede este tiempo de gracia llamado Adviento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario