Como fieles católicos, podemos preguntarnos cuál es la
razón por la que “adoramos” la Santa Cruz, porque esta adoración podría parecer
que está en contradicción con nuestro deber de cristianos, de adorar al Único
Dios Verdadero, Dios Uno y Trino. Este conflicto aparece ya en los primeros
siglos del cristianismo, al punto de ser negada la adoración de la cruz,
incluso por escritores y apologistas cristianos, como Minucio Félix, quien dice
así a los paganos: “Nosotros no adoramos la cruz y tampoco la deseamos.
Ustedes, los paganos, adoran dioses de madera, en los cuales imitan la figura
de un hombre crucificado”[1].
A esta
objeción, los cristianos respondemos que sí adoramos la Cruz, pero de un modo
diverso a como adoran los paganos a sus ídolos: no adoramos un trozo de madera;
adoramos al Hombre-Dios Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores, quien está
representado, simbólicamente, por la Santa Cruz. Adoramos la Santa Cruz como
símbolo y signo del misterio de la salvación, porque es en la Cruz en donde
fuimos redimidos, al precio de la Sangre Preciosísima del Cordero[2].
Cuando adoramos la Cruz, adoramos al Cordero de Dios que ha sido inmolado en el
altar de la Cruz; cuando adoramos la Cruz, no adoramos al madero en sí mismo,
sino a la Sangre del Cordero que empapa e impregna el leño de la Cruz; cuando
adoramos la Cruz, adoramos la Sangre de Dios Hijo encarnado, que, brotando como
un torrente de sus heridas abiertas, impregnó la Cruz para luego caer sobre
nuestras almas. Entonces, los cristianos, no adoramos el leño, sino a Cristo,
el Cordero, que se hizo Cruz para nuestra salvación, impregnando el madero con
su Sangre Preciosísima. Los cristianos adoramos la Santa Cruz, bañada y
empapada por la Sangre del Cordero de Dios. Adoramos, amamos, besamos la Santa
Cruz de Jesús, porque está cubierta por la Divina Sangre del Cordero de Dios,
inmolado en el Monte Calvario para nuestra eterna salvación.
Adoramos
la Cruz en el Santo Calvario, adoramos la Cruz en la Santa Misa, la renovación
incruenta y sacramental del Santo Sacrificio de la Cruz, adoramos la Santa Cruz
de Jesús, implantada en lo más profundo de nuestros corazones.
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