“Está
cerca del Reino de Dios” (Lc 10, 1-2).
Jesús envía a los Apóstoles a la misión, para que anuncien el anuncio más
hermoso que pueda alguien escuchar en esta vida: el Reino de Dios está cerca. El
Reino de Dios, el reino que es paz, alegría, justicia, amor, libertad,
fortaleza, concordia, felicidad sin fin, está cerca de los hombres. Es un reino
atemporal, porque es celestial, pero ya se hace presente en la historia de los
hombres, para conducir a los hombres a la eternidad de Dios; es un reino
inmaterial, porque viene del cielo, pero está ya presente en el medio mismo del
tiempo y de la historia humanas, para que los hombres, abandonando todo en esta
vida, entren en el Reino de Dios y así olviden para siempre el pesar y la
amargura que los reinos de la tierra comportan, para comenzar a vivir un reino
de paz, de alegría y de amor sin fin.
“Está
cerca del Reino de Dios”. ¿Qué tan cerca está el Reino de Dios? Está tan cerca
cuanto cerca está un alma que vive en gracia de Dios, porque el Reino de Dios
en la tierra consiste en el reinado de la gracia en el alma de un hombre. También
está tan cerca cuanto más cerca está el fin de nuestras vidas terrenas, porque
cuando se termine el tiempo en la tierra, allí comenzará la eternidad y el
Reino de Dios, que es eterno.
“Está
cerca del Reino de Dios”. Quienes viven en gracia, como los santos, anuncian,
aun sin saberlo, que el Reino de Dios está cerca y eso debe ser para nosotros
un estímulo y un aliciente que nos lleve a desear vivir ya, desde la tierra, en
el Reino de Dios, por medio de la presencia de la gracia en nuestras almas.
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