(Domingo XXIX - TO - Ciclo C –
2019)
“Cuando venga el Hijo del hombre,
¿encontrará fe en la tierra?” (Lc
18, 1-8). Jesús hace esta pregunta al final de la parábola en la que nos enseña
la necesidad de la constancia y la perseverancia en la oración, para ser
escuchados por Dios. En la parábola, una mujer acude a un juez inicuo que “ni
temía a Dios ni le importaban los hombres”. Sucede que acude a este juez una
mujer viuda para pedirle que le haga justicia “frente a su adversario”. Después
de negarse a hacer justicia por un tiempo, el juez reflexiona y dice: “Aunque
ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando,
le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a
importunarme”. La enseñanza de la parábola es que, si el juez injusto hace
justicia solo por causa de la insistencia y de la perseverancia en el pedido, tanto
más hará justicia Dios, Justo Juez, a aquellos de sus hijos que acudan a Él con
insistencia y perseverancia. Se insiste con la idea de orar hasta ser inoportunos, hasta que la oración del que ora sea escuchada[1]. Acto seguido, Jesús hace una pregunta que no
parece tener relación con el tema, pero sí la tiene: “Cuando venga el Hijo del
hombre, ¿encontrará fe en la tierra?”.
“Cuando
venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?”. La pregunta es:
¿por qué Jesús hace esta pregunta acerca de si habrá fe en la tierra cuando
venga el Hijo del hombre? La respuesta es que la parábola está relacionada con
la oración y para la oración se necesitan, además de la perseverancia, la fe;
la enseñanza entonces es que es necesario tener fe, para hacer oración, pero en
los tiempos en que esté cercana la Segunda Venida del Hijo del hombre, la fe se
habrá perdido de tal manera, que no habrá casi nadie que haga oración, porque,
precisamente, no habrá fe y eso es lo que explica la pregunta de Nuestro Señor.
Es decir, la humanidad, cuando esté cercana la Segunda Venida del Hijo del
hombre, se caracterizará por no solo no hacer oración perseverante, sino por no
hacer oración en modo alguno, ya que la oración depende de la fe y si Jesús se
pregunta si habrá fe cuando Él venga por Segunda Vez, es porque no habrá
oración, y la razón de la falta de oración es que no habrá fe. Sin embargo, por
el sentido general de la parábola, la enseñanza y la respuesta a la pregunta retórica
que hace Jesús es que los justos, los que tengan fe, hagan oración, con la
certeza de que serán escuchados y de que al final, el mal no prevalecerá[2].
Es decir, la victoria final de la Justicia de Dios sobre el mal y el Infierno
está asegurada, por la promesa de Jesús: “Las puertas del Infierno no
prevalecerán sobre mi Iglesia”, pero la pregunta de Jesús es como una
advertencia hacia sus seguidores, porque muchos de ellos desfallecerán en la fe
y no harán oración, en los tiempos previos a su Segunda Venida. En los tiempos
cercanos a la Segunda Venida de Jesús, cuando todo parezca humanamente perdido,
los fieles seguidores de Cristo se caracterizarán porque harán oración, ya que,
confiados en las palabras de Jesús, esperarán contra toda esperanza.
Entonces, la enseñanza general de la parábola es que hay que tener fe en Cristo Dios, vencedor del mal; basados en esta fe, hay que hacer oración y esa oración debe ser constante y perseverante, con la certeza de que seremos escuchados en nuestras peticiones por Dios, Justo Juez
Entonces, la enseñanza general de la parábola es que hay que tener fe en Cristo Dios, vencedor del mal; basados en esta fe, hay que hacer oración y esa oración debe ser constante y perseverante, con la certeza de que seremos escuchados en nuestras peticiones por Dios, Justo Juez
[1] Cfr. B. Orchard et al., Verbum
Dei. Comentario a la Sagrada Escritura, Tomo III, Editorial Herder,
Barcelona 1957, 628.
[2] Cfr. Orchard, ibidem, 682.
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