El Padrenuestro es una oración muy especial, no solo porque
Él nos la enseñó, sino porque se vive en un lugar y en un momento muy
especiales, la Santa Misa.
En efecto, cada petición del Padrenuestro se cumple en la
Santa Misa. Veamos.
“Padrenuestro que estás en el cielo”: rezamos a Dios como
nuestro Padre que está en el cielo, pero en la Misa ese cielo viene a nosotros,
porque en el tiempo en que dura la Misa, el altar no es lo que parece, sino una
porción del cielo, en donde está nuestro Padre Dios.
“Santificado sea tu Nombre”: pedimos la santificación del
nombre de Dios Uno y Trino, pero en la Misa quien santifica y glorifica el
nombre Tres veces Santo de Dios es Jesucristo, al renovar de forma incruenta su
sacrificio en la cruz, sobre el altar.
“Venga a nosotros tu Reino”: pedimos que venga el Reino de
Dios, pero en la Misa, por el poder del Espíritu Santo, viene a nosotros no
sólo el Reino de Dios, al convertirse el altar en una porción del cielo, sino
que viene el mismo Rey del Cielo, Cristo Jesús, quien se queda oculto en la
Eucaristía.
“Hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo”: la
voluntad tres veces santa de Dios es que todos los hombres nos salvemos y esta
voluntad se cumple en la Misa, porque Jesús renueva su sacrificio incruenta y
sacramentalmente para que nos salvemos.
“Danos hoy nuestro pan de cada día”: por la Misa, no solo se
nos da el pan material, el pan de la mesa, el alimento terreno, sino que
recibimos algo que ni siquiera nos imaginamos, y es el Pan del cielo, el Pan de
Vida eterna, la Sagrada Eucaristía.
“Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden”: pedimos perdón por nuestras ofensas, al tiempo que
ofrecemos perdón a quienes nos ofenden: en la Misa, Cristo Dios se ofrece al
Padre en sacrificio, para perdonarnos en la Cruz y al mismo tiempo nos da las fuerzas
y el Amor necesario para perdonar a nuestros enemigos, a quienes nos ofenden.
“No nos dejes caer en la tentación”: esta petición se cumple
en la Misa, porque por la Cruz y por la Eucaristía, Cristo Dios derrota al Mal
personificado, el Demonio, concediéndonos al mismo tiempo la fuerza necesaria
para no solo no caer en la tentación, sino para mantenernos en gracia.
“Amén”: en la Misa se reza el triple “Amén” con el cual
reconocemos el poderío, la sabiduría, el Amor y la majestad de Dios Uno y
Trino, ofrecidos por nosotros por Cristo Jesús desde la Eucaristía.
Por todas estas razones es que decimos que el Padrenuestro
se vive en la Santa Misa.
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