“Hipócritas,
no sabéis interpretar el tiempo presente” (Lc
12, 54-59). Jesús nos da un duro correctivo, tratándonos de hipócritas y en
realidad lo somos. ¿Por qué? El mismo Jesús nos da la respuesta: “Cuando veis
subir una nube por el poniente, decís en seguida: “Chaparrón tenemos”, y así
sucede. Cuando sopla el sur, decís: “Va a hacer bochorno”, y lo hace.
Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no
sabéis interpretar el tiempo presente?”. Es decir, Jesús nos recrimina el hecho
de que sabemos interpretar muy bien el tiempo climatológico, ya que sabemos,
por el aspecto del cielo o por el tipo de viento, si va a haber lluvia o si va
a hacer calor sofocante; sin embargo, no sabemos interpretar –o no queremos, en
realidad- interpretar “el tiempo presente”, espiritualmente hablando. Es decir,
Jesús nos recrimina el hecho de que somos infalibles con el tiempo
climatológico, pero miramos para otro lado cuando se trata del tiempo presente,
espiritualmente hablando.
¿Y
cómo es el tiempo presente, espiritualmente hablando? Cuando observamos el
mundo desde el punto de vista espiritual, podemos decir que es de una verdadera
calamidad, una verdadera catástrofe espiritual. Esto lo podemos constatar con
un simple dato de la realidad: entre otras cosas, más del noventa por ciento de
niños y jóvenes que hacen la Primera Comunión y reciben la Confirmación,
abandonan la Iglesia; más del noventa por ciento de los adultos, que han
recibido el Bautismo y la Catequesis, no asisten a Misa ni se confiesan, es
decir, son católicos nominales en la teoría y ateos reales en la práctica. Otros
datos: la gran mayoría de los católicos muere sin recibir los últimos auxilios,
pero no por falta de disposición de la Iglesia, sino porque no los quieren
recibir, porque han perdido la fe; la gran mayoría de los jóvenes no se casan
por la Iglesia, ya que prefieren el pecado mortal del concubinato, antes que la
gracia y la virtud del Sacramento del matrimonio; una gran cantidad de jóvenes
se encamina detrás de las canciones y modas que promueven el ateísmo, el
ocultismo, la wicca, el paganismo, o
se adhieren a sectas que no poseen la Verdad Absoluta como la posee la Iglesia
Católica.
“Hipócritas,
no sabéis interpretar el tiempo presente”. Si sabemos interpretar el tiempo
climatológico, entonces sí sabemos interpretar los tiempos espirituales, que
son de una verdadera calamidad. Empecemos, entonces, a poner remedio a la
situación, haciendo oración, ayuno y penitencia por quienes no lo hacen.
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