“Cuando
sucedan estas cosas, está cerca el Reino de Dios” (Lc 21, 29-33). Jesús distingue entre Parusía y la venida del Reino
de Dios, que de algún modo y está “dentro de vosotros” o “en medio de vosotros”[1]. Cuando
habla de “redención” se puede considerar como la liberación de los discípulos
de los restringidos lazos del judaísmo, que no solo comprenden las
persecuciones procedentes de la sinagoga, sino también de las dificultades que
ocasionaron los judaizantes entre los judíos convertidos. La destrucción de
Jerusalén y del templo proporcionó la oportunidad para la expansión del Reino de
Dios por todo el mundo. Luego Jesús dice: “Cuando echan ya brotes, viéndolos,
conocéis por ellos que ya se acerca el verano. Así también vosotros”. Por consiguiente
no se trata de la Parusía, sino de algo que los discípulos llegarán a ver, algo
cuya fecha se puede fijar de un modo aproximativo: se trata, por tanto, de la
ruina de la ciudad.
Nosotros,
en cuanto Nuevo Pueblo Elegido, nos encontramos en una situación intermedia: ya
pasó la destrucción del templo, pero la Parusía no ha ocurrido todavía. Vivamos
con el alma en gracia y con la esperanza de que la Parusía, antes o después, ha
de ocurrir y preparemos nuestras almas para el encuentro con Jesús.
[1] Cfr. B. Orchard et al., Verbum
Dei. Comentario a la Sagrada Escritura, Tomo III, Editorial Herder,
Barcelona 1957, 640.
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