“Quien no lleve su cruz detrás de Mí no puede ser
discípulo mío” (Lc 14,25-33). Jesús
advierte que, para ser discípulo suyo, hay que llevar la cruz de cada uno, de
lo contrario, no se puede: “Quien no lleve su cruz detrás de Mí no puede ser
discípulo mío”. Muchos piensan que, por haber recibido el Bautismo, por haber
hecho la Comunión y la Confirmación, con eso ya basta para ser cristianos. Llevados
por este pensamiento, no se preocupan por combatir sus propias pasiones, ni por
evitar el pecado, ni por conseguir la gracia. Piensan que ser cristianos es
solamente eso, tener el nombre de cristianos por el solo hecho de haber
recibido los sacramentos. Quien así piensa y así vive, es solo cristiano de
nombre, es decir, es un cristiano nominal y no real, porque en realidad solo
lleva el nombre de cristiano, estando su alma muerta a la vida de la fe y de la
gracia. Esta clase de cristianos demuestra, con su ausencia de fe, que hacen caso
omiso de las palabras de Jesús, acerca de la necesidad de llevar la cruz de
cada día: “Quien quiera ser mi discípulo, que cargue su cruz de cada día y me
siga”. Jesús lo dice tanto en forma positiva como en negativa: “Quien no lleve
su cruz detrás de Mí no puede ser discípulo mío” y esto nos debe hacer ver la
importancia capital que tiene el llevar la cruz –combatir contra las pasiones,
contra el pecado y vivir la vida de la gracia- para poder ser llamados
verdaderamente cristianos y por lo tanto discípulos de Cristo.
“Quien no lleve su cruz detrás de Mí no puede ser
discípulo mío”. Si no nos preocupamos por llevar la cruz, es decir, si no nos
preocupamos por evitar las ocasiones de pecado; si no nos preocupamos por
luchar contra nuestras pasiones; si dejamos de lado la vida de la gracia, no
podemos llamarnos verdaderamente cristianos: somos cristianos nominales, pero
no reales. ¿Qué es lo que lleva a un alma a desear verdaderamente llevar la
cruz? Nos lo dicen los santos, con sus vidas: el Amor a Cristo crucificado. Pidamos
entonces la gracia de amar a Jesús crucificado y así podremos llevar la cruz de
cada día y seguir a Jesús camino del Calvario.
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