“Hipócritas,
sabéis interpretar el clima pero no el tiempo espiritual” (Lc 12, 54-59). Jesús utiliza un calificativo muy duro, dirigido
hacia la gente que lo está escuchando; en efecto, les dice: “Hipócritas”. Según
la definición del diccionario, el hipócrita es aquel que “finge una cualidad,
sentimiento, virtud u opinión que no tiene”[1].
Es decir, el hipócrita es alguien esencialmente falaz, mentiroso, falso. ¿Por qué
Jesús acusa a la gente que lo escucha de “hipócrita”? La pregunta nos
concierne, porque también la debemos entender como una calificación dirigida a
nosotros, los cristianos, que escuchamos la Palabra de Dios. Jesús mismo da la
razón de porqué les dice “hipócritas”: porque saben discernir el tiempo
climatológico –saben que si hay nubes es porque viene lluvia y que si sopla
aire caliente subirá la temperatura-, pero no saben, o no quieren saber, o más
bien, fingen no saber, discernir, el “tiempo presente”, es decir, el “tiempo
espiritual”. Entonces, son hipócritas quienes utilizan su inteligencia para
saber si va a llover o si va hacer calor, pero no utilizan su inteligencia para
conocer los designios de Dios.
“Hipócritas,
sabéis interpretar el clima pero no el tiempo espiritual”. Según las palabras
de Jesús, entonces, si sabemos discernir el clima, sabemos por lo tanto discernir “el
tiempo presente”, es decir, el “tiempo espiritual”. ¿Cuál es la característica
del “tiempo presente”, visto desde el punto de vista espiritual y cristiano? No
hace falta ser un experto en teología o en estudios bíblicos para darnos cuenta
que, espiritualmente hablando, vivimos tiempos de calamidad, de verdadero
desastre espiritual y esto es así porque proliferan, por todas partes, en todo
el mundo, ideologías anti-cristianas que arrastran a las almas por caminos que
no son los del Camino de la Cruz. Por ejemplo, hoy triunfa en el mundo la
ideología atea y materialista del comunismo marxista, la cual tiene prisioneras
de su ateísmo a naciones enteras; hoy proliferan por todo el mundo y sobre
entre los católicos, las creencias de la secta luciferina de la Nueva Era –yoga,
reiki, ocultismo, wicca o brujería moderna, brujería convencional, esoterismo-;
hoy prolifera en todos lados la cultura de la muerte, que busca asesinar al
hombre desde que nace –por medio del aborto- hasta que muere –por medio de la
eutanasia-; hoy proliferan ideologías que no tienen en cuenta no sólo la Ley
Divina, como los Diez Mandamientos, sino ni siquiera la ley natural, como la
Biología, y es lo que sucede con la ideología de género. Y así podríamos
continuar, casi hasta el infinito. Entonces, si sabemos discernir el tiempo
climatológico, sepamos discernir también los tiempos espirituales y estos
tiempos espirituales que nos toca vivir son de un gran alejamiento, de parte de
la humanidad en su casi totalidad, de Dios Trino y su Ley y del Hijo de Dios
encarnado, Jesucristo.
Ofrezcamos,
en reparación, por tanto amor negado a Dios por parte del hombre de nuestros
días, el Santo Sacrificio del altar, en donde se ofrece, por Amor, la Víctima
Inmaculada por excelencia, Jesús Eucaristía.
[1] De hecho, uno de los sinónimos
de “hipócrita” es el de “engañoso” o “falso”. Cfr. https://dle.rae.es/hip%C3%B3crita
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