“Pidan
y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá” (Lc 11,
5-13). Con el ejemplo de un hombre que acude inoportunamente a la casa de su
amigo para pedirle un poco de pan a fin de convidar a otro amigo que lo ha
venido a visitar de improviso, Jesús nos quiere hacer ver dos cosas: por un
lado, la necesidad de la oración; por otro lado, la necesidad de que la oración
sea constante y perseverante, “a tiempo y a destiempo”. En el ejemplo dado por
Jesús, el amigo que está ya descansando, se levanta finalmente, por la
insistencia de su amigo, a darle lo que le pide, es decir, los tres panes. Con esto
nos quiere indicar Jesús que, si bien Dios, en su omnisciencia, sabe qué es lo que
necesitamos -seríamos el amigo que pide los tres panes-, sin embargo quiere que
se lo pidamos por medio de la oración; por otra parte, el hecho de que el amigo
acuda a pedir en hora inoportuna, indica que la oración debe ser hecha a toda
hora y en todo tiempo: estando despiertos, estando acostados e incluso, estando
dormidos. Es decir, debemos estar en la Presencia de Dios en todo tiempo,
independientemente de nuestro estado de vigilia y debemos orar sin cesar, aun
sabiendo que Dios conoce nuestras necesidades. Por último, la oración debe ser,
además de insistente, confiada en el Amor de Dios, porque el mismo Jesús lo
dice: si entre nosotros, los hombres, que somos malos a causa del pecado, nos
damos cosas buenas entre nosotros, ¿cuánto más no ha de darnos Dios, que no
sólo es Bueno, sino que es la Bondad y la Santidad Increadas?
“Pidan
y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá”. En el ejemplo
dado por Jesús, el hombre pide a su amigo un poco de pan: nosotros hagamos lo
mismo con Dios, pero pidamos no sólo el pan material, necesario para la vida
corporal, sino que pidamos ante todo el Pan de Vida divina, necesario para la
Vida eterna. Por lo tanto, ante el sagrario, pidamos a Jesús Eucaristía,
busquemos en su Corazón Eucarístico, toquemos la puerta del Sagrario y Dios,
que es Padre Bueno y Providente, nos dará algo que supera todo lo que podamos
imaginar o pensar: nos dará el Corazón Eucarístico de su Hijo Jesús.
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